viernes, 18 de marzo de 2011

Nueva profanación en una iglesia madrileña.

(Infomadrid) Al cura le han dado el mayor disgusto de su vida justo cuando cumplía un año como párroco. A los feligreses, mucha amargura y una sensación de impotencia que tardarán en olvidar.
D. Francisco Pérez, ha relatado cómo, al cerrar la Iglesia a mediodía, se quedaron dentro algunas personas para, a continuación, romper la puerta que comunica con la Sacristía y, tras coger la llave del Sagrario, robar el Copón con formas consagradas. Además, también se llevaron casullas, albas, un cáliz, patenas, óleos, micrófonos y una guitarra.
- ¿Qué significa realmente la profanación de un lugar sagrado?.
- Ayer, en la catequesis, les puse un ejemplo a los niños, que resume bien el significado de la profanación: “si entran unos ladrones en vuestra casa y se llevan la ropa, los armarios, las camas… es un desastre, sí; pero, si a mamá la secuestran, en muchísimo más grave”. No sólo se han llevado las cosas dedicadas al servicio del Señor, sino que han robado el Cuerpo del Señor, a quien más queremos, a quien es el centro de nuestra vida. ¿Con qué intenciones? No lo podemos saber. En cualquier caso, es un sacrilegio muy grave y las intenciones solo las podemos sospechar.

- ¿Cree que los autores son conscientes del significado que tiene para los cristianos la profanación de un templo?.
- Plenamente, no lo sé, pero que para nosotros son importantísimos, seguro que sí. Quienes han cometido los hechos, han mostrado tener conocimiento de cómo es una Iglesia, han buscado la llave del Sagrario, lo han abierto, se han llevado las casullas… Alguien ajeno a la cultura cristiana no lo conoce.

Los objetos son muy sencillos, aquí no tenemos obras de arte porque es un parroquia de barrio. El valor económico que puedan obtener vendiendo lo que han robado es muy poco. Sin embargo, las formas no tienen valor, desde el punto de vista económico, pero espiritualmente lo tienen todo. ¿Qué pueden obtener por ellas? No lo sé.
- ¿Por qué cree que estos hechos se han venido repitiendo en las últimas semanas en otros templos?.

- No sé si detrás hay algún tipo de ritual, pero el hecho de llevarse la ropa con que se viste un sacerdote para decir Misa y los vasos que utiliza para celebrarla, puede indicarlo, aunque no sé si esa es la finalidad. De lo que no cabe duda, es de que la sensibilidad, el respeto y el valor de lo que significa la fe y Dios en la vida de muchas personas, está muy a la baja. Cada vez más, nos encontramos con niños y jóvenes, que tienen los valores básicos muy deteriorados y puede ser porque la educación que les estamos ofreciendo es muy deficiente. De ahí, la insensibilidad hacia todo lo relacionado con la Iglesia.



También hay una campaña, muchas veces en los medios, denigrante contra la Iglesia y se crea una mentalidad deformada y negativa, que oculta la realidad de la Iglesia en un barrio como Carabanchel, donde se presta un servicio generoso y desinteresado, que no pide nada a cambio. La Iglesia no sólo sirve a quienes se manifiestan católicos sino a todas las personas. Se lleva haciendo una gran labor social, educativa y religiosa durante muchos años. La gente lo sabe y lo valora mucho.
- ¿Cree que lo que ha ocurrido hará más fuerte la presencia del Señor? .
- Creo que tenemos que estar abiertos al barrio, también físicamente. Las Iglesias deben estar abiertas porque es penoso cuando se cierran por miedo a que ocurran estas cosas. Tendremos que tomar las medidas de seguridad adecuadas pero sin dejar que la violencia sufrida nos encierre y repliegue porque todo el mundo tiene derecho a tener acceso al Señor.
Hay personas que, por el mero hecho de pasar por una calle y encontrar una Iglesia, pueden tener un momento y entrar a saludar al Señor. También, hay otras, para quienes ese momento puede ser clave si sufren una crisis o un cambio en su vida. Creo que nosotros tenemos que perseverar en todo tipo de servicio, y también en éste.
La reacción de los feligreses, según han ido conociendo lo sucedido, ha sido de consternación y de dolor. Y es que, realmente, nos han robado lo único que de verdad es valioso: el Señor mismo, lo más sagrado.

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