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miércoles, 22 de octubre de 2014

El Evangelio no es un museo, no es un código penal, no es un código de doctrinas y mandamientos. Es una realidad viviente en la Iglesia.

El Mundo
Una semana antes del sínodo de la familia, el influyente cardenal alemán, cercano al Papa y que promueve la comunión de los divorciados, dijo que hay miedo a un "debate abierto"
Por   | LA NACION
"El Evangelio no es un museo, no es un código penal, no es un código de doctrinas y mandamientos. Es una realidad viviente en la Iglesia y nosotros tenemos que caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades. Algunos cardenales temen que haya un efecto dominó y que, si se cambia un punto, todo colapse."
Cuando falta una semana para el comienzo del sínodo extraordinario de obispos sobre los desafíos de la familia, marcado al rojo vivo por la cuestión de los divorciados vueltos a casar, el cardenal alemán Walter Kasper, favorable a una apertura, dijo en una entrevista con la nacion que "hay miedo a un debate abierto". Y subrayó que, si bien "la doctrina no puede cambiar, la disciplina sí puede".
Kasper es un teólogo de gran prestigio internacional y muy cercano a Francisco, que en su primer Angelus elogió el libro sobre la misericordia que escribió y que le había regalado durante el cónclave. Recientemente fue atacado por un grupo de cardenales conservadores que, en un libro que significativamente sale a la venta el 1° de octubre (titulado Permanecer en la verdad de Cristo. Matrimonio y comunión en la Iglesia Católica), rechazan en forma tajante su apertura hacia los divorciados vueltos a casar. Según Kasper, después de un camino penitencial, bajo la supervisión de un sacerdote y luego de su absolución, éstos podrían ser readmitidos a la comunión.
Durante la entrevista en un departamento lleno de libros del Vaticano, Kasper, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad Cristiana, lamentó que, debido al revuelo sobre este tema, se haya reducido el sínodo a la cuestión de los divorciados vueltos a casar. "Ése es un problema, pero no el único. La agenda del sínodo es mucho más amplia y tiene que ver con los desafíos pastorales de la vida de la familia de hoy. Algunos medios dicen que habrá un gran avance y empezaron una campaña para eso. Yo también espero que haya una apertura responsable, pero es una cuestión abierta, que deberá ser decidida por el sínodo. Pero hay que ser prudentes, porque si después no sucede, la reacción será de gran desilusión".
-Algunos cardenales y obispos parecen asustados ante esa posibilidad y la rechazan incluso antes del comienzo del sínodo. ¿Por qué cree que hay tanto miedo a una evolución de la disciplina de la Iglesia?
-Creo que temen un efecto dominó, que si uno cambia un punto, todo colapse. Ése es su miedo. Todo esto se vincula con la ideología, una interpretación ideológica del Evangelio, pero el Evangelio no es un código penal. Como el Papa dijo en la exhortación apostólica "Evangelii Gaudium", citando a Santo Tomás de Aquino, el Evangelio es una gracia del Espíritu Santo que se manifiesta en la fe que obra por el amor. Ésa es una interpretación distinta. No es un museo. Es una realidad viviente en la Iglesia y nosotros tenemos que caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades. Luego, debemos hacer un discernimiento a la luz del Evangelio, que no es un código de doctrinas y mandamientos. No podemos simplemente tomar una frase del Evangelio de Jesús y de ahí deducirlo todo. Hace falta una hermenéutica para entender todo el mensaje del Evangelio y luego diferenciar qué es doctrina y qué disciplina. La disciplina puede cambiar. Por eso me parece que acá tenemos un fundamentalismo teológico que no es católico.
-¿Usted dice entonces que no se puede cambiar la doctrina, pero sí la disciplina?
-La doctrina no puede cambiar. Nadie niega la indisolubilidad del matrimonio. Pero la disciplina sí puede cambiar y ya ha cambiado varias veces, como vemos en la historia de la Iglesia.
-¿Cómo se sintió cuando se enteró de que se estaba por publicar un libro de cinco cardenales que atacan su postura?
-Todo el mundo es libre de expresar su opinión, no es un problema para mí. El Papa quería un debate abierto, y creo que esto es una novedad y es algo sano que ayuda mucho a la Iglesia.
-¿Hay miedo entre algunos cardenales porque, como dijo el Papa, hay una construcción moral que podría colapsar como un castillo de naipes?
-¡Sí, es una ideología, no es el Evangelio!
-¿Hay miedo a una discusión abierta en el sínodo?
-Sí, porque temen que todo pueda colapsar. Pero, primero de todo, vivimos en una sociedad abierta y plural, y es bueno para la Iglesia que haya una discusión abierta, como tuvimos en el Concilio Vaticano II (1962-65). También es bueno para la imagen de la Iglesia, porque una Iglesia cerrada no es una Iglesia sana. Por otra parte, cuando debatimos sobre matrimonio y familia, debemos escuchar a la gente que vive esta realidad. Hay un sensus fidelium [el sentido de los fieles]. No puede ser decidido sólo desde arriba, desde la jerarquía de la Iglesia, y especialmente no se pueden citar viejos textos del último siglo, hay que observar la situación de hoy, hacer un discernimiento del espíritu y llegar a resultados concretos. Yo pienso que ésta es la aproximación del Papa, mientras que muchos otros parten de la doctrina y usan después un método más deductivo.
-En una entrevista con un medio italiano usted dijo que el blanco verdadero de los ataques de los cinco cardenales conservadores no es usted, sino el Papa...
-Quizá fui imprudente. Pero mucha gente lo está diciendo, se puede oír en la calle todos los días. No quiero juzgar a nadie, pero es obvio que hay gente que no está totalmente de acuerdo con este papa, algo que no es nuevo y ya sucedió durante el Concilio Vaticano II, cuando muchos estaban en contra al aggiornamento de Juan XXIII y Pablo VI.
-Muchos analistas piensan que no es una coincidencia que este libro salga justo en vísperas del sínodo...
-Sí, es un problema. No recuerdo una situación semejante, en la que de forma tan organizada cinco cardenales escribieran semejante libro. Es como se manejan los políticos, pero creo que en la Iglesia no deberíamos portarnos así.
-¿Qué espera del sínodo?
-Creo que mucho depende de cómo el mismo Papa abrirá el sínodo. Él no puede darnos una solución al principio, pero sí una perspectiva, una dirección. Espero que haya una discusión serena y amistosa de todos los problemas vinculados a la familia, no sólo uno. Y creo que lograremos un gran consenso, como tuvimos en el Concilio Vaticano II.
-En los últimos días, el Papa habló varias veces de la misericordia, dijo que hay que captar los "signos de los tiempos", que los pastores deben estar cerca de la gente, por lo que parece muy claro qué es lo que quiere...
Sí, leer los signos de los tiempos fue fundamental durante el Concilio Vaticano II. No puedo imaginarme que la mayoría del sínodo en este punto pueda oponerse al Papa.
-Sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar: ¿la comunión es un premio para quien es perfecto o es una ayuda al pecador?
-La comunión tiene un efecto sanador. Y especialmente la gente que vive en situaciones difíciles necesita la ayuda de la gracia y necesita los sacramentos.
-Otra solución sería anular en forma más rápida los matrimonios.
-Hay situaciones en las que la anulación es posible. Pero tome el caso de una pareja con diez años de matrimonio, con chicos, que en los primeros años tuvo un matrimonio feliz, pero por diversas razones fracasa. Este matrimonio era una realidad y decir que era canónicamente nulo no tiene sentido.

Un teólogo progresista

Walter Kasper
Cardenal
Edad: 81 años
Origen: Alemania

  • Creado cardenal por Juan Pablo II, Kasper es presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos
  • El cardenal le regaló a Bergoglio su libro Misericordia antes del cónclave en el que fue elegido papa. Francisco lo citó en su primer Angelus
  • De tendencia progresista, es autor de numerosas publicaciones y goza de un gran prestigio como teólogo a nivel internacional
.

viernes, 3 de enero de 2014

Puntos de ATENCIÓN EN LA VIDA CRISTIANA, según el Papa Francisco.

" También es cierto que a veces el acento, más que en el impulso de la piedad cristiana, se coloca en formas exteriores de tradiciones de ciertos grupos, o en supuestas revelaciones privadas que se absolutizan. Hay cierto cristianismo de devociones, propio de una vivencia individual y sentimental de la fe, que en realidad no responde a una auténtica «piedad popular». Algunos promueven estas expresiones sin preocuparse por la promoción social y la formación de los fieles, y en ciertos casos lo hacen para obtener
beneficios económicos o algún poder sobre los demás. Tampoco podemos ignorar que en las últimas décadas se ha producido una ruptura en la transmisión generacional de la fe cristiana en el pueblo católico. Es innegable que muchos se sienten desencantados y dejan de identificarse con la tradición católica, que son más los padres que no bautizan a sus hijos y no les enseñan a rezar, y que hay un cierto éxodo hacia otras comunidades de fe. Algunas causas de esta ruptura son: la falta de espacios de diálogo familiar, la influencia de los medios de comunicación, el subjetivismo relativista, el consumismo desenfrenado que alienta el mercado, la falta de acompañamiento pastoral a los más pobres, la ausencia de una acogida cordial en nuestras instituciones, y nuestra dificultad para recrear la adhesión mística de la fe en un escenario religioso plural." (Evangelii Gaudium, nº 70.)

domingo, 10 de noviembre de 2013

Ataque a la doctora Atzori por establecer su punto de vista respecto de las terapias reparativas en personas no cómodas con su homosexualidad.

 

(Portaluz/InfoCatólica) El ataque a la doctora Atzori por establecer su punto de vista respecto de las terapias reparativas en personas no cómodas con su homosexualidad, ha marcado a la sociedad italiana. En Italia se ha ido acuñando la certeza de que existe una «inquisición gay», que reacciona en forma violenta obstaculizando toda reflexión disidente de sus planteamientos respecto del hecho homosexual. Es la realidad que ha padecido la reconocida infectóloga Chiara Atzori luego de ser entrevistada por el eminente profesional italiano Massimo Introvigne.
Las afirmaciones de Atzori provocaron inmediatas reacciones y movilizaciones de los colectivos gay que la ridiculizaron y presionaron para impedir una conferencia pública que la profesional tenía planificado dictar en una escuela católica de Turín.
La realidad que afecta a la sociedad italiana es común a otros países, incluso aquellos donde las leyes aún no acogen las reivindicaciones de los líderes de opinión gay, lésbico, bisexual y transexual. La intolerancia, trasgresión de las libertades de los otros y violencia que dañan el tejido social y democrático parecen ser ejercidas hoy por quienes antes fueron vistos como víctimas.
En Italia la Arquidiócesis de Turín protestó enérgicamente ante el Ayuntamiento, porque con el boicot del que se hizo eco la entidad pública, se pretende imponer un pensamiento único como norma social. En este contexto Portaluz reproduce para sus lectores la entrevista de Massimo Introvigne a Chiara Atzori, cuyos contenidos se intentó silenciar…

Doctora, usted trabaja como médico infectólogo y dicta conferencias sobre la homosexualidad. ¿Esto significa que considera la homosexualidad una enfermedad infecciosa?

La acusación es tan ridícula que no merece respuesta. Llevo más de veinte años trabajando como infectóloga, y no siento siquiera la necesidad de disculparme. Soy una especialista en SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual, que son por desgracia, también trágicamente comunes en la comunidad homosexual. Las he estudiado en terreno, incluso en los Estados Unidos y África, y he participado en varias conferencias internacionales. Tengo muchos pacientes homosexuales que me honran con su estima y muchas veces con su amistad. Nunca he dicho que la homosexualidad sea una enfermedad.

Usted es presentada como la «Nicolosi italiana», en referencia al psicoterapeuta estadounidense Dr. Joseph Nicolosi, un partidario de la «terapia reparativa» para los homosexuales que en Italia sería «prohibida» por la Agrupación de Psicólogos. ¿No es así?

Dos advertencias. Primero: No soy psicoterapeuta. En segundo lugar, mi contacto con el doctor Nicolosi se remonta hace 10 años, cuando escribí el prólogo a la edición italiana de su libro (Homosexualidad masculina: un enfoque nuevo). Nicolosi, sin embargo, no es un tonto. Aunque sus teorías no son ciertamente compartidas por todos, sigue siendo un miembro de la Asociación Psiquiátrica y ha sido invitado a dictar conferencias alrededor del mundo en este tema. La Agrupación de Psicólogos Italianos cuyo presidente -candidato a las elecciones regionales con la lista de Nichi Vendola (político italiano ligado a la centro izquierda y activista LGBT)- también es controversial por sus posiciones… no tiene derecho a «prohibir» cualquier cosa y sus recomendaciones no tienen respaldo legal.

Pero en realidad esta «terapia reparativa», ¿consiste en «sanar» al gay de la homosexualidad entendiéndola como una enfermedad?

Otro disparate. La terapia reparativa no se propone a los gays, que por definición son homosexuales felices y satisfechos con su condición. Ésta nació para un tipo diferente de personas: los que experimentan en sí mismos una orientación homosexual no deseada, que viven con el malestar y la incertidumbre. Estas personas son más numerosas de lo que se cree, y los psicólogos como el presidente de la Agrupación italiana proponen su terapia Gat - «terapia de afirmación gay»- la cual parte de la premisa de que su malestar nace de la interiorización de la homofobia presente en la sociedad, y trata de guiarlos, viviendo positivamente la propia homosexualidad. Es ciertamente posible que para algunos la situación sea así. Pero aquello que no me convence es la afirmación dogmática que debe ser para todos así, que todas las personas inciertas con su identidad sexual serían alegres homosexuales si la sociedad no fuera homófoba. La alternativa a la Gat es la terapia reparativa, donde la palabra «reparativa» no implica que estas personas tengan alguna enfermedad para ser «reparadas». La palabra proviene del lenguaje psicoanalítico, y plantea la hipótesis que en la homosexualidad no deseada existe un intento («síntoma reparativo» en el psicoanálisis) puesto en marcha por la persona para recuperar su identidad sexual de la que es, por las razones más diversas, inconscientemente separado. Podría ser que la hipótesis no se confirme. La terapia reparativa intenta simplemente explorar, a solicitud -lo repito una vez más- de estas personas que viven en una situación de incertidumbre.

¿Por qué, entonces, los activistas LGBT la atacan a usted y no a otros?

Tal vez porque rompo un falso consenso que afirma que la orientación homosexual es siempre, por definición, hermosa, buena y feliz; que sólo hay gays alegres activistas y no persona alguna con incertidumbre e incomodidad. Este falso consenso hoy trata de imponer una hegemonía sobre toda la cultura. Siempre he sido una apasionada por estos temas por razones de familia: Antonio Gramsci, el teórico comunista italiano de la hegemonía, era mi tío abuelo. Pero permítanme decir que incluso Gramsci era más democrático y tolerante que el actual lobby LGBT (lésbico, gay, bisexual y transexual).