jueves, 19 de mayo de 2011

Pánico en el geriátrico.

Pablo Molina
Ningún enfermo terminal necesita hoy en España una ley para poder morir «dignamente» como se ha empeñado en recetarnos la Pajín, porque los médicos conocen sobradamente los métodos para evitar el sufrimiento innecesario y además los aplican.
Hasta ahora sólo los ancianos que se ponían malitos en Andalucía y Aragón, progresismo obliga, corrían el riesgo cierto de que sus familiares instaran a los médicos a que les metieran un chute de sedación terminal y los mandaran al otro barrio, pero con esta ley inminente que legaliza la eutanasia disfrazada con eufemismos, el gobierno se ha propuesto convertir al país entero en una ratonera para la tercera edad.

Si en Holanda ha habido un éxodo de abuelitos hacia la frontera alemana para evitar la muerte prematura, aquí puede ocurrir lo mismo solo que con la dificultad de que el territorio es más amplio y hay muchas provincias alejadas de la frontera. Tener más de setenta años, vivir en Soria y ser propenso a los resfriados invernales va a ser gracias a ZP un deporte de riesgo, especialmente si en lugar de familiares se tiene a una bandada de buitres deseando heredar.

Ningún enfermo terminal necesita hoy en España una ley para poder morir "dignamente" como se ha empeñado en recetarnos la Pajín, porque los médicos conocen sobradamente los métodos para evitar el sufrimiento innecesario y además los aplican, de forma que los últimos días de estos enfermos transcurren en paz, sin dolor y rodeados del amor de los suyos.

Pero como siempre que los socialistas imponen una norma, el objetivo de esta ley no es solucionar un problema candente, sino aumentar la coacción estatal para que los derechos de los ciudadanos, aún el más elemental, no dependan de su voluntad sino del estado. Lo han conseguido ya con el derecho a vivir de los bebés no nacidos y ahora pretenden cerrar el círculo con esta ley de eutanasia que ya ha dado sus primeros pasos para adquirir carta de naturaleza en unos pocos meses.

Los socialistas primero intentan que no nazcas. Si lo consigues, te someten a un lavado de cerebro durante toda tu vida académica para convertirte en un zombi moral que sólo razone bajo sus premisas. Si llegas a viejo te roban hasta dejarte una pensión de miseria. Y si en el colmo de la terquedad consigues zafarte y labrarte un final de tu vida confortable, ahora amenazan con quitarte de en medio a la menor oportunidad.

Ser un obrero y votar a los socialistas es de cretinos, como demuestra la realidad. Tener más de setenta años y votar a la izquierda, a partir de ahora también.

Pablo Molina

Artículo publicado originalmente en Libertad Digital

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