por Bruno
En los Estados Unidos, las Fuerzas Armadas son una institución importantísima, que agrupa a unos dos millones de personas y que tiene un gran prestigio en el país. Todo aquello que afecta a los militares tiene un impacto significativo en la sociedad norteamericana en su conjunto. Por eso, una de las decisiones más polémicas del Presidente Obama fue acabar con la política Don’t ask, don’t tell (no preguntes, no lo digas), que permitía la participación de personas homosexuales en el ejército, pero sólo si no hacían pública su condición de tales.
Actualmente, las Fuerzas Armadas estadounidenses cuentan con más de 3.000 capellanes, repartidos entre las diversas religiones reconocidas en el país. La mayoría son cristianos, ya sean católicos o protestantes, pero también hay capellanes judíos, musulmanes y un capellán budista. Es probable que pronto se nombren capellanes hinduistas e incluso un capellán wiccan (una bruja, para entendernos).
Ahora, sin embargo, según el New York Times, una serie de grupos que defienden el ateísmo o el humanismo laico están intentando nombrar a uno de sus miembros como “capellán” ateo. Según dicen, con ello esperan que mejore la aceptación del ateísmo entre los militares y facilitar sus actividades de distribución de literatura, celebración de eventos, etc. A su juicio, es la única forma de dar una voz a la gran cantidad de no creyentes que hay en las Fuerzas Armadas norteamericanas.
No es fácil que algo así se consiga, porque para ello necesitarían el apoyo de los capellanes de más alto rango, los cuales, comprensiblemente, no ven la iniciativa con muy buenos ojos. Por otra parte, el ateísmo no tiene muy buena prensa en los Estados Unidos, donde los políticos suelen hacer ostentación de su práctica religiosa (en ocasiones fingida o, como en el caso del propio Obama, en una confesión como el unitarismo, que viene a ser el relativismo agnóstico con un barniz de religiosidad).
No deja de llamar la atención la curiosa tendencia de los diversos grupos ateos o agnósticos de intentar copiar las instituciones religiosas: Bautismos sin Dios, primeras comuniones laicas, biblias materialistas y, ahora, capellanes ateos. Algo de similitud es inevitable, porque la imaginación del ser humano es bastante limitada en la práctica, pero esta relación parasitaria con la religión muestra, a mi entender, una carencia de fecundidad cultural propia que resulta muy significativa. Parece que lo lógico sería que los ateos se limitasen a psicólogos, asociaciones laicas, etc., pero no, quieren capellanes laicos, como el niño pequeño que quiere un juguete sólo porque sus hermanos mayores lo tienen en ese momento.
Claro que todo esto podría tener una consecuencia positiva. Podría ser un paso en la dirección de que los interesados reconozcan, de una vez por todas, algo que resulta evidente: el ateísmo es una fe. Una fe meramente natural, negativa, errónea y que tiende a demostrar lo que niega, pero una fe. De manera que el intento de presentar el ateismo como “lo científico”, “lo racional” o incluso “lo democrático” en contraste con la religión carece de la más mínima base.
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