jueves, 16 de junio de 2011

La iglesia tiene en sus templos un grave reto: la plena incorporación de todos sus miembros.

Problemas de acceso y plena participación de las personas con discapacidad en las iglesias.

(Marina de Miguel) “Eres amado por Dios tal y como eres…”. “Tenéis un sitio privilegiado en la Iglesia”. Estas palabras, que Pablo VI dirigió a las Comunidades Fe y Luz (creadas en torno a personas con discapacidad intelectual) en 1975, constituyen uno de los retos más importantes que tiene hoy en día la Iglesia: la plena y verdadera integración de todos sus miembros. En ello se está trabajando, con gran implicación de los laicos, por cierto, aunque de vez en cuando asomen a las páginas de la actualidad gestos y actitudes por parte de algunos que evidencian que todavía quedan barreras físicas y mentales que superar.

Tenemos una realidad, nuestra enfermedad o limitación, pero también somos testigos de Jesús y tenemos una misión que realizar”, señala al respecto Liliana López, presidenta de la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (Frater). Fundada por el sacerdote enfermo Henry François en Verdún (Francia) en 1942, llegó a España en 1952, donde está implantada en 42 diócesis y extiende su labor a 7.000 personas.



Enmarcada en el Apostolado Seglar e integrada en la Acción Católica, asume la misión evangelizadora de la Iglesia en el mundo de la enfermedad y la discapacidad física. Su principal característica es que este trabajo, así como las tareas de organización, las realizan los propios enfermos y personas con algún tipo de traba física. “Uno de nuestros lemas es que nuestras capacidades superan nuestras limitaciones, pues sabemos que éstas se superan en la medida en que hacemos algo por lo demás. El mejor apóstol de un enfermo o discapacitado es una persona en la misma situación”. Por esa razón, el movimiento se apoya en la creación de una red de contactos personales y un intenso plan de formación, dos herramientas dirigidas a proteger “la dignidad de cada persona y animarla a que, a pesar de todo, se convierta en la protagonista de su propia vida”.

1 comentario:

  1. El envejecimiento de la población y la incorporación de las personas con discapacidad a la vida activa está obligando a las distintas instituciones a afrontar cambios estructurales en calles y edificios para hacerlos accesibles. Si ya inició el proceso de adaptación la Administración, ahora le toca el turno a la Iglesia, que debe acometer algunas actuaciones para hacer la vida más fácil a aquellos feligreses con problemas de movilidad, según mantiene las Asociaciónes para la Atención y la Integración Social de las Personas con Discapacidad Física.

    "Aunque no parecen muchas, para las personas con discapacidad es un número muy alto", según los responsables de estas Asociaciones.

    Las quejas planteadas por algunos feligreses y el hecho de que los párrocos busquen soluciones de forma aislada e individual, urgen a los arzobispados a que elaboren un estudio de necesidades y un plan integral de accesibilidad para todas las parroquias de la provincia.
    El mismo arzobispado una vez se cuantifiquen las necesidades, se busquen fórmulas para financiar esas obras, nosotros nos ofrecemos para prestar apoyo y asesoramiento", según el representante de esta asociación, quien está a la espera de una respuesta.



    LLEGAR AL ALTAR Las dificultades que se presentan para el desplazamiento en el interior de los templos, "también tienen soluciones sencillas, a veces con pequeñas rampas se pueden salvar escalones de pocos centímetros y permitir así que las personas que van en sillas de ruedas y se van a casar o a participar en algún acto litúrgico puedan acceder hasta el púlpito o el altar", explicó.

    De un 7% a un 11ªde la población tiene algún tipo de discapacidad, de ellas el 66% es física. En este colectivo se incluye a un importante número de personas mayores. "Se está dando el caso de matrimonios de ancianos en los que uno de los cónyuges se desplaza en silla de ruedas y necesita del otro para ir a misa, pero si su pareja es también mayor tiene dificultades para empujar la silla, por lo que no pueden ir a misa si no son ayudados por terceras personas", en la mayoría de los casos las obras que hay que hacer en las iglesias "no son de gran envergadura ni demasiado costosas, además se puede buscar financiación".

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