domingo, 30 de septiembre de 2012

El extraño juicio del mayordomo del Papa.

Ningún cardenal declarará en el juicio al exmayordomo del Papa Sólo el secretario de Benedicto XVI es llamado como testigo | Confiscados los bolígrafos a los periodistas asistentes al proceso Internacional| 29/09/2012 - 15:00h En el Vaticano hay mucha prisa por dar carpetazo al incómodo escándalo del exmayordomo que robó documentos a Benedicto XVI. En el juicio contra Paolo Gabriele –Paoletto- no está previsto que sea llamado como testigo ningún cardenal ni ningún obispo. Tampoco accederá el tribunal a los resultados de la comisión cardenalicia nombrada por el Papa y que, en paralelo a la gendarmería y la justicia vaticanas, investigó por su cuenta el caso.
Una gran expectación mediática acompañó el inicio del proceso, en una Roma sumida en un pesado bochorno que presagiaba tormenta. Las habituales riadas de turistas cruzaban la plaza de San Pedro, ajenas a lo que sucedía en un discreto edificio cercano a la basílica. Sólo ocho periodistas de diversos países, seleccionados entre los corresponsales acreditados ante el Vaticano, pudieron asistir al juicio. Estaba rigurosamente prohibido hacer grabaciones de audio y vídeo. Para garantizarlo, los informadores debieron entregar sus móviles y sus bolígrafos, no fuera que estos últimos incorporaran micrófonos o cámaras ocultas. A los periodistas se les facilitaron unos sencillos bolígrafos de plástico. No estaban presentes los familiares de los acusados. El técnico informático Claudio Sciarpelletti, acusado de encubrimiento, no se presentó, pues al parecer se sentía mal. Gabriele vestía traje y corbata grises. Se le vio impasible y serio, salvo cuando habló con su abogada durante el descanso. En los interrogatorios después de ser detenido, Gabriele dijo haber actuado como “agente del Espíritu Santo”, por amor al Papa, para protegerle y para denunciar la corrupción y las luchas intestinas. Pese a que se han acumulado 82 cajas de documentos, todo irá, salvo sorpresas, con extrema velocidad. Según el presidente del tribunal, Giuseppe della Torre, cuatro audiencias pueden bastar para llegar a una sentencia, quizás a finales de la próxima semana. El martes tendrá lugar la segunda audiencia, muy interesante a priori, en la que será interrogado Gabriele. La sesión de esta mañana estuvo dedicada a cuestiones de procedimiento, algunas de ellas relevantes. Se decidió, por ejemplo, separar el juicio a Gabriele del proceso contra Sciarpelletti. La abogada de Gabriele, Cristiana Arru, puso diversas objeciones sobre irregularidades graves que, a su entender, pesan sobre el proceso, entre ellas algún interrogatorio sin presencia de abogados o la colocación de una cámara de televisión frente a la casa del mayordomo. El tribunal no atendió a las peticiones. El rechazo más significativo fue a que se incorporasen al sumario las conclusiones de la comisión cardenalicia, formada por tres purpurados mayores de 80 años y por tanto no papables –encabezados por el español Julián Herranz– que realizó sus propias averiguaciones. Según el tribunal, la comisión nombrada por el Papa responde al derecho canónico y no procede usar sus hallazgos en el juicio. Cabe suponer que la comisión cardenalicia encontró elementos valiosos para esclarecer la verdad. Ni el tribunal ni el público los conocerán. Es importante tener en cuenta, para comprender la singularidad del juicio, que este se desarrolla en el tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano. No es un proceso eclesiástico en el ámbito de la Santa Sede ni se utiliza el derecho canónico. Es un proceso laico. La Santa Sede y el Estado Vaticano son entidades jurídicamente distintas, aunque comparten el hecho de ser sujetos de derecho internacional y de que el Papa sea su suprema autoridad. En el juicio a Gabriele se aplica, con algunas modificaciones, el Código Penal italiano de 1889. Los magistrados y el fiscal son ciudadanos italianos, laicos, que trabajan en el Vaticano. En el caso de condena a pena de cárcel, que podría ser de cuatro años como máximo, Gabriele sería enviado a una prisión italiana, en virtud de un acuerdo bilateral. El Vaticano sólo dispone de algunas celdas de detención provisional. Al exmayordomo se le imputa el delito de robo con agravante. Fue detenido el 24 de mayo. Los documentos que sustrajo sirvieron al periodista Gianluigi Nuzzi para escribir el libro Sua Santità, lleno de referencias que probarían las intrigas en el Vaticano. Entre las revelaciones más graves figuraba el caso del arzobispo Carlo Maria Viganò, exvicegobernador del Estado de la Ciudad del Vaticano, que denunció ante el Papa las tramas de corrupción existentes y trataba de combatirlas. Viganò rogó no ser relevado para poder continuar su labor, pero fue enviado como nuncio a EE.UU. Uno de los ocho testigos convocados en el juicio es el monseñor alemán Georg Gänswein, secretario particular del Papa y hombre muy influyente. Entre los vaticanistas se considera muy probable que el Sumo Pontífice acabe otorgando la gracia a Gabriele, a cambio de su eterno silencio. Leer más: http://www.lavanguardia.com/internacional/20120929/54352053069/descartadas-algunas-pruebas-juicio-mayordomo-papa.html#ixzz27yrbTjfl Síguenos en: https://twitter.com/@LaVanguardia | http://facebook.com/LaVanguardia

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