40 años de la legalización del aborto en USA.
El 22 de enero de 1973 se fallaba la sentencia del caso «Roe vs Wade». Era el comienzo del aborto legal: 55 millones de niños asesinados desde entonces.
Y de Estados Unidos se extendió al resto del mundo casi por mimetismo. Cuarenta años después da sus últimos coletazos. Las nuevas generaciones se distancian, los avances de la ciencia han desmontado las sinrazones. La victoria final no es inmediata, pero está a la vuelta de la esquina. Quedan fanáticos recalcitrantes incapaces de reconocer el error. Como aceptaba hace unos días Frances Kissling –lideresa abortista de «Catholic for Choice»–: (1).
[Nuestros] argumentos podían funcionar en la década de los 70, pero hoy, fallan…La marca «pro-choice» (abortista) se ha erosionado considerablemente…Ya no podemos pretender que el feto sea invisible…Puede que no tenga derecho a la vida, y su valor no sea igual al de la embarazada, pero acabar con la vida del feto no es un acto moralmente insignificante.Desgraciadamente aquí reside la última resistencia, la de unos tipos mentalmente anticuados, acientíficos, desfasados. Cuando lees lo que escriben te los imaginas con patillones y pantalones de campana. No soportan verse como son. Ni ciencia, ni decencia.
La sentencia que abría las compuertas de la cultura de la muerte estaba basada en una mentira, Roe, pseudónimo de Norma McCorvery, lo declaró públicamente: no fue violada. La abogada Weddington lo sabía, pero para este tipo de gente el fin justifica los medios: «lo hice porque pensé que había buenas razones».
Norma McCorvery no abortó. Ahora es una militante provida, ha recorrido un camino similar al de otros muchos, y es que la causa de la defensa de la vida, en especial de un ser desprotegido, abre el corazón. En 1995 se convirtió al cristianismo y abandonó el perfil bajo con el que vivía para liderar «Operation Rescue». En 1998 fue recibida en la Iglesia Católica.
Buen día para terminar como Richard Neuhaus en uno de sus últimos artículos:
«todos nosotros haríamos bien en ponderar la sabiduría que encierra la observación de que no hay causas perdidas permanentemente porque no hay causas ganadas permanentemente».Una observación extraordinariamente animante. No se ha ganado todavía, pero se puede. Los que ideológicamente pretendían cerrar en falso un debate observan cómo en todos los países hay iniciativas que les hacen retroceder.
Del mismo modo también se podrá en la defensa de la familia y de la libertad religiosa.
Notas:
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