martes, 29 de octubre de 2013

Realidad y ficción.

Los acontecimientos que ocurren en nuestra social dia a dia nos hacen a veces parecer que la vida es una ficción de novela. La utopía huye de nuestra sociedad y los peores augurios de la anti utopía se impone en el día a día.
La novela utópica como tal género, tiene poca repercusión en España pero sí se desarrolla con gran fuerza en el continente europeo y fundamentalmente en el Reino Unido donde encontramos su exponente más temprano en Thomas More, quien, con su novela Utopia (1516), dio nombre al género del que vamos a tratar en este tema. Pero ésta no fue la primera novela utópica que se escribió sino que tiene antecedentes muy anteriores como La República (374 A.C.) de Platón, que ya aborda el tema de la organización de la sociedad en ciudades ideales a las que el hombre debería tender y en las que sería posible el ideal o sueño de todos los hombres: vivir en paz y alcanzar la felicidad. Su modelo de Estado y su sentido de la justicia (éste es el tema esencial de la obra) servirán como modelo para tratados posteriores que contemplan arquetipos utópicos. Incluso nos podemos remontar hasta La Biblia en la que se nos ofrece una utopía repre­sentada de forma muy plástica en el mito del paraíso terrenal. En 1605, Joseph Hall, en su libro Mundus Alter et Ide ridiculiza en plan satírico todo tipo de pecado, vicio y estupidez humana utilizando métodos típicos del género utópico. En 1627, Francis Bacon publica New Atlantis donde nos muestra su admiración por el progreso científico y se adelanta a la tradición con relatos fantásticos de viajes. Jonathan Swift con su Gulliver’s Travels (1726) llevaría esta tradición al culmen de la perfección convirtiéndola en un clásico del género. Samuel Butler publica en 1872 Erewhon (anagrama que utiliza las letras de nowhere) intentando ya con el título mostrarnos su intención de utilizar el género utópico para sus fines: criticar de forma irónica a una sociedad victoriana que él entendía como decadente. Finalmente tendremos que referirnos a A Modern Utopia (1905) de H. G. Wells donde se nos describe un mundo dominado por la técnica y gobernado por “eficientes tecnócratas”.

La forma en la que se expresan las ideas utópicas no la podemos incluir dentro de un género específico pues el vehículo de expresión de dichas ideas puede ser muy variado. Pero, por encima de las formas literarias elegidas por el autor, lo fundamental es aclarar que el fin último de las utopías es su afán reformista, en una pala­bra, se trata de una literatura didáctica. No es relevante, por tanto, hablar de Novela Utópica, de Tratado Utópico o de Drama Utópico; en este caso, el mensaje está supeditado a la forma y es más importante que aquélla. Si bien es cierto que las ideas utópicas pueden ser expresadas en cualquier género literario, también tendre­mos que decir que el autor ha de elegir la que más le convenga y parece meridianamente claro que el medio más apropiado para expresar ciertos planteamientos e ideas de una forma reflexiva es la prosa. En ella no se tienen limitaciones de rima y métrica que podrían llevar al autor a imprecisiones por ceñirse, por ejemplo, a las formas de la poética.

Admitido esto, ¿cuál es el medio más apropiado dentro de la prosa para expresar esas ideas? Una posible forma de hacerlo sería el ensayo, en el que se propondrían los pasos necesarios para alcanzar esa utopía utilizando mecanismos de demostración argumental basado en sólidas reflexiones. Pero en general los autores han elegido la novela como el vehículo más apropiado ya que en la materialización literaria de una utopía hay que tener en cuenta también que la obra sea atractiva al lector, y de ahí que se deba hacer al gusto literario de la época. El hecho de que la mayoría de las utopías del siglo XIX en Inglaterra estén encuadradas dentro del género de la novela se debe a que el autor tiene que someterse al gusto de sus potenciales lectores. En cualquier caso, no es tan importante la forma literaria como el propósito reformista. Siguiendo la opinión de muchos críticos podríamos encuadrar las utopías en tres grupos diferentes:

·         Utopía/Eutopía: aquélla que nos propone un modelo de sociedad aparentemente realizable y que se basa en el deseo humano de perfección material y espiritual. Las utopías, no obstante, deben ser inalcanzables y lo verdaderamente utópico es solamente el deseo de ponerlas en práctica. La utopía debe proponer un modelo a seguir en ese proceso de perfeccionamiento. La utopía propiamente dicha no es realizable. El término significa “en ninguna parte”. La eutopía, no obstante, es un modelo a seguir y significa “el mejor de los lugares”. Se propone como modelo una sociedad ideal con módulos de convivencia aparentemente realizables. Se le pretende dar una cierta apariencia de verosimilitud y en la obra habrá de aparecer un gran número de personajes comunes y reconocibles para que esa realidad parezca factible.

·         Anti-Utopía: aquélla que tiene como principio exhortarnos a reformar nuestro presente mostrándonos el anti-modelo social al que llevaría la exacerbación de nues­tras cualidades negativas. E1 autor no anima a los lecto­res a que adopten el tipo de vida que muestra la anti-utopía, sino que lo pone como ejemplo de la no realización de ese tipo de vida en ­sociedad. También se la ha denominado utopía negativa.

·         Distopía: Se trata de un término recientemente acuñado sobre el que la crítica no acaba de ponerse de acuerdo. La mayor parte, no obstante, entiende que podría significar la superación del modelo. En realidad, se trataría de una utopía/anti-utopía que ha sido ya superada por la realidad. Brave New World, por ejemplo, podría entenderse como una anti-utopía y una distopía a la vez ya que se repiten situaciones o planteamientos (la manipulación genética, la utilización de drogas, la programación del individuo, la deshumanización del sistema, etc.) que han sido superados ya con creces por nuestra realidad moderna.

 

Existe, no obstante, otro tipo de utopía que se podría denominar Utopía de Viajes. En estos tratados, el viajero utópico recorre distintos mundos fantásticos y va comentando lo que ve o ha visto a través de ellos, y el conjunto de sus opiniones, aplicadas a1 mundo de la realidad, ­nos permite conocer la postura personal del autor.

De cada uno de estos grupos en los que hemos dividido el género utópico, podemos elegir una obra que los represente y, basándonos en ella, estudiar qué caracteriza a cada uno de ellos. En lo que se refiere a Utopía/Eutopía, la obra más importante es Utopia de Thomas More. Para ilustrar las anti-utopías o las distopías, nos pueden servir dos obras que siguen esta forma de expresar las ideas del autor: Brave New World de Aldous Huxley y Nineteen Eighty-Four de George Orwell. Por último, respecto a la Utopía de Viajes tenemos como ejemplo más obvio Gulliver´s Travels de Jonathan Swift. En este caso, aunque parece sólo una narración de viajes, sin embargo, tiene una carga nada disimulada de fantasía y reúne características típicas del hombre utópico, de la búsqueda del hombre perfecto. Jonathan Swift (1667-1745) fue una de las figuras literarias de más prestigio en su tiempo y uno de los primeros escritores anglo-irlandeses de ascendencia y educación protestante, clérigo, intelectual y político muy respetado y que comienza a considerar el problema irlandés desde una óptica diferente. A Swift se le considera un patriota y un escritor de corte satírico con ciertos tintes liberales. Es de los primeros que va a analizar la realidad irlandesa desde una posición beligerante. En aquellos momentos, el intentar llamar la atención sobre la calamitosa situación irlandesa y proponer soluciones podría considerarse como algo utópico. Pero él lo hizo y con un éxito considerable. Miembro de la comunidad anglicana privilegiada pero cómplice de las reclamaciones de los católicos irlandeses, vive las contradicciones de tener que defender la supremacía de lo anglicano en un país mayoritariamente católico. Con el tiempo, sus posiciones fueron madurando y terminó por erigirse en una voz poderosa de denuncia y de patriotismo sincero. Probablemente, y debido a su delicada situación política y personal, encontró en la fórmula utópica y satírica una salida equilibrada para sus denuncias. En este libro, no obstante, se nota una falta de adecuación entre la doctrina utópica y el método literario empleado.  

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