viernes, 13 de junio de 2014

A cuenta de nuestra situación social y politica.

 Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró.
Sesenta pendones lleva detrás el Campeador.
Todos salían a verle, niño, mujer y varón,
a las ventanas de Burgos mucha gente se asomó.
¡Cuántos ojos que lloraban de grande que era el dolor!
Y de los labios de todos sale la misma razón:
"¡Que buen vasallo sería si tuviese buen señor!"

Cuenta la leyenda que Rodrigo Díaz de Vivar cometió la osadía real de hacer jurar en Santa Agueda al rey Alfonso VI que no había tenido nada que ver en la muerte de su hermano Sancho II, del que Rodrigo era primer alférez.

Esta escena le costó el destierro al Campeador y construyó una imagen de hombre de honor ante la usurpación del trono a nuestro caballero medieval más famoso. Así, a su salida de Burgos la gente decía: ¡Que buen vasallo sería si tuviese buen señor!

Padecemos una sociedad parcialmente adormilada con una clase dirigente (politica, empresarial, sindical, social...) mediocre instalada en las viejas fórmulas incapaz de hacer frente a un mundo global que cambia a una velocidad vertiginosa. Esta incapacidad hunde sus raíces en la comodidad de los status quo preestablecidos y en la negación permanente de la responsabilidad de nuestro presente. No se trata de qué o quién hizo mal en el breve periodo precrisis si no en la debilidad estructural del edificio que ellos construyeron como generación. Ahora, como por inercia pretenden primero perpetuarse para después volver a tropezar con las mismas piedras.

Pero en medio de este desaguisado, existen a gente sencilla .diriamos de bajo rango-  que continúan las viejas labores de lucha permanente contra la injusticia desde su pequeñas parcelas, renunciando a quedarse en su sofá viendo por la tele como se derrumba el mundo. Los/as antidesahucios, los/as defensores/as del medio ambiente, los jubilados/as de los bancos de alimentos... sufragan sus propias cruzadas como en tiempos pasados haría el ideal hidalgo. En paralelo, existen cientos de buenos soldados en ejércitos sin mando o con oficiales que representan lo mismo que un uniforme hueco, ejercen presión desde dentro de las estructuras clásicas conocedores de la realidad que se palpa a ras de acera. El Teniente Coronel Lewis ‘Chesty’ Puller se dirigía así a los marines que lucharían en la batalla del pacífico durante la II Guerra Mundial: "Vosotros, Suboficiales, sois los tendones y el músculo del núcleo. Las órdenes vienen de las estrellas... Y cuando quiera que este guerra acabe... la estrategia habrá sido de otros; la victoria habrá sido ganada por vosotros. Vosotros, los Suboficiales, con los galones en vuestras mangas, el instinto en vuestras agallas y la sangre en vuestras botas." Así se ejerce el liderazgo, siendo consciente de que el éxito solo pasa por la base, por el núcleo...

Los liderazgos de nuestra sociedad occidental son más a la manera del Rey Alfonso VI que a la de "Chesty" y esto explica muchas cosas por no decir casi todas y quizás, sólo quizás, hay quien debería pensar en cuantos destierros se están padeciendo en las estructuras clásicas. Por otra parte, nosotros, la base, quizás y sólo quizás, deberíamos pensar en el ejemplo del Cid que prefirió el destierro a asumir un liderazgo deshonesto, ...

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