martes, 6 de noviembre de 2012

Año de la Fe.

Año de la Fe: “Celebrar la alegría, la Fe y el entusiasmo de creer en Jesús” Comenzado el AÑO DE LA FE en todo el mundo el pasado 11 de octubre, conversamos con monseñor Enrique Eguía Seguí, obispo auxiliar de Buenos Aires y secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina. “En primer lugar hay que destacar que el AÑO DE LA FE, de entrada, fue una convocatoria muy aceptada. Hay que pensar que el texto de Porta Fidei es del año pasado e inmediatamente la invitación a celebrar el AÑO DE LA FE arraigó rápido en la Iglesia, tanto en los obispos como en los sacerdotes y en las comunidades eclesiales. Por lo tanto llegamos al comienzo del AÑO DE LA FE con un clima preparado, con cierta expectativa y hasta como que se empezó a vivir antes por toda la preparación que se fue dando  sobre todo a través de textos y documentos preparatorios”, aseguró monseñor Enrique. ¿Y el pueblo de Dios sencillo, cómo lo va a vivir? Primero: la intención del Papa —y es quizá donde el Pueblo de Dios más lo va a vivir— es un invitación a celebrar la Fe, así de sencillo. Celebrar la Fe que tenemos en Cristo y, como dice Benedicto XVI en Porta Fidei: celebrar la alegría, la Fe y el entusiasmo de creer en Jesús. Por eso ante todo el AÑO DE LA FE es una celebración, una fiesta, y lo que estamos celebrando es el don de la fe en Jesús. Y por eso una de las actitudes fundamentales de la celebración del AÑO DE LA FE es la alegría de vivir en la fe en Cristo y el entusiasmo que eso provoca para seguir adelante. Ese es el primer aspecto que tiene que ser espontáneo, festivo, cordial. Celebramos la fe. Lo segundo, me parece una intuición del Papa de poner la Fe  en el centro de la vida de la Iglesia y, por lo tanto, en el centro de la vida cristiana, es decir tomar conciencia de qué significa creer. ¿Eso está vinculado con el Sínodo que está aconteciendo en Roma? Claro, es uno de los aspectos: el de  la transmisión de la fe. Entonces en orden a tomar conciencia de lo que significa creer lo principal es recuperar y fortalecer el hecho que la fe ante todo es un vínculo personal con Jesús, que nace en un encuentro. Esto es muy lindo porque lo que se está proponiendo en el AÑO DE LA FE es reforzar la fe como vínculo personal con Cristo. La fe ante todo es un encuentro personal de amor y eso hace posible el amor como origen en la fe, de encuentro personal con Cristo, hace posible que la fe no se transforme en ideología. Cuando la fe solo es doctrina o defensa de un código ético-moral puede derivar en una ideología. Pero cuando la fe claramente nace de un encuentro de amor con Cristo tiene su raíz más plena y verdadera. Lo que hemos vivido estos días en la Argentina con la celebración de los 50 años del Concilio Vaticano II —que fue eminentemente ecuménico—, el retiro de sacerdotes y pastores con la prédica del padre Raniero Cantalamessa con su impronta tan interreligiosa y ecuménica, la entrega del Doctorado Honoris Causa al Dr. Abraham Skorka y con la presencia del pastor metodista tan querido y reconocido como Néstor Míguez, ¿son síntomas de que este AÑO DE LA FE dará inicio a un futuro plenamente ecuménico? Sí, porque retoma en ese sentido las grandes banderas y, hasta podríamos, decir ciertas novedades que provocó el Concilio, de una apertura muy grande como lo reconocieron tanto el Dr. Skorka como así también Míguez, sobre lo que significó el Concilio para las iglesias de otras religiones. De una puerta o ventana que se abrían para entrar en diálogo, y poder seguir caminando teniendo en cuenta las propias identidades y diferencias pero en un camino de comunión. Pensando cómo lo religioso más allá de las distinciones que deben seguir existiendo pero que deben aunar y no  separar. Lo religioso tiene que ser un aporte fundamental a la construcción de la cultura de hoy. Es decir, ha quedado evidenciado que por más que se anunciaba el ocaso de la religión en el mundo moderno y contemporáneo, esto no ha sucedido. Al contrario: lo religioso pareciera ser parte integrante de la vida de los pueblos. Entonces el tener estos espacios ecuménicos, creo que implica fortalecerla en orden a un servicio a la humanidad. Después cada uno caminará sus itinerarios que marcan identidades distintas pero que es posible trabajarlas en comunión para hacer un servicio al hombre de hoy. ¿La Conferencia Episcopal Argentina tiene planeada alguna actividad puntual, la elaboración de algún documento? ¿Cómo sería el AÑO DE LA FE vivido aquí en la Argentina? En principio la participación y la adhesión en el encuentro de apertura del AÑO DE LA FE realizado en la Universidad Católica Argentina con el Arzobispado de Buenos Aires. Después un gesto celebrativo de los obispos para celebrar la fe con el pueblo de Dios, va a ser la misa de apertura de la próxima Asamblea Plenaria en el Santuario de Luján, el domingo 4 de noviembre a las 19 hs. de convocatoria popular. Esto es, celebrar la fe con el pueblo de Dios como uno de los eventos principales y después la Conferencia Episcopal ha emitido algunas resoluciones para ayudar a que cada diócesis anime el AÑO DE LA FE en su jurisdicción. Ya hay muchas diócesis en que los obispos han abierto el AÑO DE LA FE en santuarios marianos, en la Catedral. Han llegado una cantidad de documentos emitidos por cada obispo a su diócesis, al pueblo de Dios. Hay un montón de oportunidades que da el AÑO DE LA FE sobre todo en el tema de la enseñanza, la transmisión y la catequesis. Y a usted como sacerdote, el hecho de tener la fe tan en un primer plano, ¿lo interpela? Sí, a mí me ha ayudado mucho a poner la fe como el centro de la vida cristiana, tomar conciencia y es muy lindo cuando uno puede hablar de estas cosas en las misas, en las charlas con los laicos, aun con los sacerdotes y tener que hablar de la fe. Y no olvidar que la fe tiene su origen en el encuentro personal con Jesús, que esto nos lleva a conocer cada vez más a Jesús y sobre todo lo que la Iglesia enseña sobre Jesús para poder dar un sentimiento de la fe hondo y profundo. Hoy más que nunca el mundo nos lleva a que nosotros encontremos razones por las cuales podemos decir: "Creo". Una cultura que nos llena de razones para no creer es bueno que nosotros tengamos razones en la cuales acentuar nuestra fe. Por eso el encuentro con Cristo lleva a buscar conocer más a Cristo. Y por último, me parece que el AÑO DE LA FE tiene una fuerte impronta evangelizadora. Como dice Benedicto XVI la fe no alcanza su plenitud hasta que no se hace pública. Por eso hay una gran expectativa con las conclusiones del Sínodo para la Nueva Evangelización para la transmisión de la Fe. Entonces es ahí, donde la fe alcanza, también está fuerza de animación misionera, que engancha muchísimo con lo que se viene trabajando en América Latina. Personalmente es un año muy lindo porque a uno lo llena de creatividad, de entusiasmo y te encauza. Es como que el Papa nos ha encauzado a que trabajemos en esto y uno ve muchas respuestas. Una lectura que recomiendo junto con su relectura permanente son Las Orientaciones Pastorales que en su primera parte se abocan a los que significa el AÑO DE LA FE.

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