domingo, 31 de agosto de 2014

La Teología de la Liberación, la Iglesia Católica y el Nuevo Orden Mundial.

Esta vez traigo al blog unas reflexiones de Néstor Martínez sobre la Teología de la Liberación, la Iglesia Católica y el Nuevo Orden Mundial.
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Tomado de: blog No sin grave daño

En el libro de Gustavo Gutiérrez "Teología de la liberación", que es el clásico absoluto de todo este movimiento, a lo sumo se apunta a lograr un marxismo "autóctono", original, (por ejemplo, cita de Fidel Castro en la nota 43 del cap. 6) y a separar el método marxista de análisis de la realidad de la filosofía marxista atea y materialista (por ejemplo, referencias a Althusser en la nota 45 del mismo capítulo). Esto fue lo que dio origen a todo el asunto. Otra teología de la liberación distinta de ésta ha sido y es históricamente irrelevante.

La Instrucción "Libertatis Nuntius" señala que, obviamente, es imposible separar el análisis marxista de la historia y de la sociedad de sus postulados materialistas y ateos. Hablemos en plata, como se dice.

La "teología de la liberación" prácticamente ya no existe. Sólo quedan algunos sexagenarios o de más edad que recuerdan los buenos tiempos del conflicto entre los dos bloques, cuando ellos no peinaban cana alguna. Esas cosas sonaban más o menos verosímiles cuando uno de los dos grandes poderes imperiales hacía de la causa de los pobres y la justicia social su bandera preferida. Ahora da risa el sólo pensar que Maduro o Evo Morales serían el apoyo real, histórico, de una empresa semejante.

La moda de los pobres ya pasó. Ahora el tema es el género, el aborto, la homosexualidad. Y en eso están los "teólogos de la liberación" de otrora.

Nadie habla más, en serio, de los pobres. Los partidos de izquierda, menos que nadie. Perdido el apoyo de la implosionada URSS, han buscado el sostén de las fundaciones Rockefeller, Ford, etc., y a cambio se han convertido en "izquierda pélvica", como todos sabemos.

El presidente uruguayo, Mujica, guerrillero tupamaro en sus años mozos, acaba de ir a Nueva York a entrevistarse con Soros y con Rockefeller, para mostrarles que cumple las instrucciones de legalizar el cultivo de la marihuana en nuestro país. Ha firmado la ley de aborto, de "matrimonio" gay, etc., todo en fiel cumplimiento de las directivas que proceden del Population Council, el Council on Foreign Relations, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, etc.

¡Hasta un nativo del barrio La Teja, Montevideo, cuya familia es amiga del ex-presidente Vázquez, compañero de Mujica, figura entre el personal domiciliario de David Rockefeller, según nos enteramos por los informativos a consecuencia de la visita de Mujica a dicho benefactor!

Un dato para españoles: en el 2002 se reúne la "Comisión Trilateral" creada por David Rockefeller (es repetitivo, lo sé, pero qué le voy a hacer?) para coordinar intereses de EE.UU., Europa y Japón. La lista de asistentes tal como viene en Internet incluye a Trinidad Jiménez, del Partido Socialista, Madrid. Además de Madeleine Albright, Kissinger, representantes de los Rothschild, ex directores de la CÍA, gente de JP Morgan, Enron, Chase Manhattan, etc.

Hace tiempo que los poderosos se dieron cuenta de que el problema no es la pobreza, sino los pobres. Es simple: si no hay pobres, no hay pobreza. Fácil, sencillo. Si se evita que nazcan pobres, o incluso, si una vez lamentablemente nacidos se siguen consejos más avanzados como los que ya diera Malthus en su tiempo, el problema entra en vías de solución. Y parece que la izquierda vio allí la oportunidad de una histórica coincidencia.

Leonardo Boff, por ejemplo, tal vez el más "estelar" de los teólogos de la liberación, terminó integrando el Consejo de la Carta de la Tierra donde la figura directiva es Steven Rockefeller, profesor de historia de las religiones. Casualidad, por supuesto. La ecología como argumento para reducir la población (pobre) contaminante (no son las fábricas norteamericanas y europeas las que contaminan), sustituir los diez mandamientos con la Carta elaborada por Gorbachev (otra casualidad, liquidador de la URSS en el pasaje a la etapa de la "globalización"), y ahí el nuevo panteísmo de Boff, preocupado por liberar a la Madre Tierra del género humano (así lo dijo), encaja admirablemente. Por las dudas, también Paulo Freire (ex-"Pedagogía del oprimido", citado también por Gutiérrez en su libro) integró ese mismo Consejo poco antes de morir. Hasta Mercedes Sosa (Partido Comunista al menos durante buena parte de su vida) parece que estuvo.

Por eso las "clases" en "lucha" ahora no son más los obreros (¿se acuerdan de los obreros?), sino que el sujeto oprimido y revolucionario es ahora la mujer (pero tampoco, porque hablar de "mujer" al final es "esencialismo"), el homosexual, el transexual, y estoy esperando el momento en que se reconozca al pedófilo su justo derecho a figurar entre las minorías discriminadas por el Occidente patriarcal y machista.

El progresismo apunta a un Nuevo Orden Mundial en el cual gobernarán los empresarios y los banqueros. Ya dijo Kissinger, hombre de la nómina de los Rockefeller, que eso es altamente preferible a los decadentes políticos que tenemos. Todo va a encajar admirablemente, porque resulta que estos empresarios y banqueros son de izquierda, oh maravilla.

Como ya lo dijo el primer Rockefeller de la dinastía, "la competencia es pecado". El "neoliberalismo" es un cuento que nos venden a los del Sur para tengamos de qué discutir y estemos entretenidos, amén de poder vendernos de todo, claro.

Lo que ellos quieren es el monopolio, y han comprendido, parece, que el monopolio estatal es mucho más perfecto que el privado (si al mismo tiempo el Estado es una empresa privada). Por tanto, ¡son socialistas! La tesis con que David Rockefeller culminó sus estudios, allá por la mitad del siglo XX, fue sobre los socialistas "fabianos" ingleses.

La unión del mundo se quiere lograr por la imposición del relativismo universal, hermosa contradicción "in terminis". Es necesario para eso una "religión global" estilo "melting pot" en la cual se viertan los contenidos de los distintos credos, y luego de revolver bien, se obtenga la pasta grisácea y pegajosa apta para la demolición mental del poco pensamiento que quede en el planeta.

El ideal es el rebaño uniformemente relativista (otra bella "contradictio in terminis") que pueda ser dócilmente conducido a golpes de telebasura. El mismo Aldous Huxley reconoció allá por los 60 que cuando escribió "Un mundo feliz" en los treinta estaba plasmando los pensamientos de la "élite" de su tiempo.

Para eso es imprescindible que seamos pocos. Un planeta limpio, pulcro, deshabitado y obediente, en manos de la gente correcta.

De las pocas desagradables dificultades que persisten obstinadamente una es la Iglesia Católica, siempre tan "atrasada" y poco "aggiornada" (otra serían posiblemente los países islámicos).

Por eso, para el único fin práctico que puede servir hoy la "teología de la liberación", a pesar de esos arcaísmos de los "pobres" y la "justicia", es para aumentar la confusión doctrinal entre los fieles, en busca del siempre perseguido y nunca logrado objetivo de liquidar al catolicismo.

Claro, también está el sueño del pibe, por el cual hasta los ateos que promueven estas cosas rezan todas las noches antes de dormir: que la Iglesia convertida al relativismo se coloque como el Departamento Religioso de ese Nuevo Orden Mundial, a fin de lograr la perfecta obediencia y felicidad del rebaño. La disolución doctrinal y dogmática es lógico que es un requisito previo, y ahí sirve cualquier cosa, teología de la liberación incluida.

Es decir, Internet existe, usémosla y aprendamos la historia del siglo XX.

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