viernes, 16 de julio de 2010

Hugo Chávez, otro modelo de anticristo.

Tiempos complicados y recios para la Iglesia en Venezuela. Como cabía esperar, el personaje que dirige el país sudamericano ha decidido que los obispos católicos venezolanos, y con ellos toda la Iglesia, son las próximas víctimas de su totalitarismo de corte populista-socialista.
Es obvio que estamos ante un sujeto que no acepta la menor crítica y que se arroga sobre sí mismo y su régimen la identidad de toda una nación, cosa bastante típica de todos los dictadores. Por eso, cuando el cardenal Urosa ha advertido del peligro de la deriva totalitaria del chavismo, se le han echado encima cual jauría de perros rabiosos.



A todo esto, lo que el cardenal dice es ni más ni menos que aquello que el propio Hugo Chávez lleva diciendo desde hace años. El presidente venezolano pretende instaurar un socialismo “bolivariano” que en el fondo es un refrito del castrismo que tiene sumida a Cuba en la miseria desde hace medio siglo. La diferencia entre Chávez y Castro es que el primero tiene petróleo y, por tanto, dinero para financiar sus delirios imperialistas. Digo imperialistas porque a pesar de que al bocazas -sigue resonando en mis oídos el ¿Por qué no te callas? de nuestro Rey- le encanta acusar a EEUU de ser una nación imperialista, es él quien está intentando exportar su revolución al resto del continente americano. Ciertamente no le están saliendo bien las cosas, pues países como Honduras, Perú y Colombia no parecen dispuestos a elegir como mandatarios a marionetas del dictadorzuelo caribeño.





Los excesos verbales de Hugo Chávez son una de sus principales señas de identidad. Como bien sabemos, de la abundancia del corazón habla la boca, y la boca de ese señor apunta a un corazón ciertamente tenebroso. Ojalá estuviéramos ante el caso del “perro ladrador, poco mordedor". Pero no, Chávez ladra y muerde. Bien lo saben los venezolanos que le intentan plantar cara. Es el típico político que divide un país en dos: los que le apoyan son los verdaderos patriotas. Los que se le oponen son calificados de traidores, antipatriotas y mil y una lindezas más. Habrá quien me diga que Venezuela tiene como presidente a la persona que votaron mayoritariamente los venezolanos, ante lo cual yo respondo que lo mismo se podía decir de Alemania y Hitler, quien de la misma forma que Chávez, llegó al poder tras ganar unas elecciones no sin antes haber intentado llegar al mismo vía golpe de Estado y no sin acabar con toda sombre de democracia una vez instalado en el gobierno.



Como era de esperar, la Iglesia en Venezuela no se ha quedado de brazos cruzados. El cardenal Urosa es su cabeza más visible y no ha tenido empacho en denunciar la estratagema de su presidente. Eso le ha puesto en el ojo del huracán. Chávez debe sospechar que le hacen más daño las denuncias de los obispos que las de la oposición política y por eso se ha lanzado a degüello contra la Iglesia. Pero con la particularidad de que hace uso de un discurso lleno de teología barata trufada de anticatolicismo barato y teología de liberación marxista. Ayer vimos un claro ejemplo de ello. El “bolivarista” aseguró que el Papa no es el embajador de Cristo, pues Éste no necesita embajadores. Pero fue más allá y dijo: “Cristo está en el pueblo y en los que luchamos por la justicia y la liberación de los humildes. Ahí está Cristo, el verdadero".



Ojito a las palabras de Chávez, porque sabiendo lo que piensa de sí mismo -se ve como un luchador por la justicia y la liberación-, está diciendo que Cristo está en él. Y lo que le faltaba a Venezuela y al resto del continente es tener a un presidente con pretensiones mesiánicas. Cosa muy propia de todos los anticristos habidos y por haber. Ya sabemos que Cristo dijo de los apóstoles que a quienes les recibieran, en realidad del recibían a él. Palabras esas que por sí solas valen para desmentir lo que Chávez dice del Papa. Pero a estas alturas de la película, nadie puede pretender que al presidente venezolano le importe un pimiento lo que nuestro Señor dijo o dejó de decir. Simplemente pretende apropiarse de su figura. O sea, estamos ante una versión caribeña del anticristo.



Usar a Cristo para arremeter contra su Iglesia es una estrategia muy propia de los enemigos del catolicismo. Presentarse como la encarnación moderna de su misión liberadora -que tiene muy poco que ver con la del totalitarismo socialista- es el camino seguro hacia una confrontación brutal con la verdadera Esposa del Cordero. Mucho me temo que a la Iglesia le llega en Venezuela el tiempo de la confesión y del martirio. Tiene enfrente de sí a un dirigente dispuesto a llevar a su pueblo hacia el desastre y preparado para usar todo lo que esté en su mano para aplastar a quien se le oponga desde el seno de la comunión eclesial. Nihil novum sub sole. Aquella que supo vivir bajo la tiranía de los Césares, sabrá vivir bajo la opresión de este chiquilicuatre bocazas. Además, bien sabemos que a todo cerdo le llega su San Martín. A Chávez, también le llegará.



Luis Fernando Pérez

(Tomado de Infocatolica).

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