El diputado Mario Mauro subraya lo extraordinario del acontecimiento.
BRUSELAS, jueves 16 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La sede del Parlamento Europeo en Bruselas acogió este martes una conferencia sobre la encíclica social del Papa Caritas in veritate, organizada por el Grupo Popular Europeo, titulada Caritas in veritate desde la perspectiva de la política, la economía y la teología.
“Creo que esta iniciativa nos ha dado mucho ánimo”, declaró a Radio Vaticano el líder del grupo Polo de la Libertad en Estrasburgo Mario Mauro.
“Nos hemos dado cuenta de que las cosas de las que habla el Papa son no sólo las que en abstracto necesita el mundo contemporáneo, sino también las que necesitan nuestras instituciones”, añadió.
Para Mauro, llevar una encíclica del Papa al hemiciclo del Parlamento Europeo “significa desafiar, de hecho, una mentalidad envejecida en la que se ha puesto de moda y se ha hecho dominante una concepción del poder que cree poder minusvalorar al hombre”.
El diputado recordó que las instituciones europeas han nacido por un pacto que quiere garantizar paz y desarrollo.
Y afirmó que “quien nace con este origen no puede no reconocer en las palabras del Papa una propuesta honesta e imponente de un camino de bien para toda la humanidad”.
Una encíclica política
El diputado explicó que en el debate de este martes, “en primer lugar se ha constatado que la Caritas in veritate es una encíclica política”.
En este sentido, explicó que la encíclica empieza señalando que la caridad en la verdad es un formidable instrumento de promoción de la persona humana.
“Por tanto, si tenemos en mente lo que decía en la Populorum Progressio Pablo VI, es decir, que la política es la forma más elevada de la caridad, podemos leer la encíclica en esta particular clave, que es: la política en la verdad es un instrumento formidable de promoción de la persona humana”.
Según Mauro, “no hay página de la encíclica que, de un modo u otro, no sea un juicio sobre cómo hacemos política y sobre cómo el hacer política puede transformarse en el instrumento más adecuado para la realización del bien común”.
“Números del relativismo”
Los participantes en la conferencia realizaron una reflexión antropológica y filosófica, pero también económica y social.
“Para ser concretos -dijo Mauro-, vale la pena recordar entre los grandes peligros que amenazan al hombre contemporáneo, un formidable ataque en clave tanto antropológica como social y económica a la persona humana viene del relativismo”.
El diputado alertó del peligro que se corre cuando el relativismo se convierte en ideología y ofreció algunos “números del relativismo”: un aborto cada 27 segundos en nuestra sociedad europea, 10 millones de divorcios que pesan sobre 15 millones de hijos y una población envejecida que hace que un país solo como Turquía, o como Egipto, tenga más de la mitad de los jóvenes de la Unión Europea.
Para Mauro estos datos reflejan “una concepción en la que se ha perdido la esperanza de construir: no hay nada por lo que valga la pena vivir, no hay una verdad por la que comprometerse”.
“Y esto tiene como consecuencia -prosiguió- que a una generación le faltan las razones para formar su casa, formar su propia familia, traer al mundo hijos,...”.
“La sociedad se anquilosa y declina, y éste es quizás el juicio más importante que sentimos venir de la encíclica”, explicó
Fundamentalismos ideológicos
Mauro comparó el relativismo a los fundamentalismos “de esas ideologías que en el siglo XX tomaron la forma de la monstruosidad realizada en nombre del pueblo”, como los comunismos, los fascismos y el nazismo.
Y consideró que esas ideologías “a final de siglo, se envolvieron de tensiones religiosas”, señalando “el fundamentalismo islámico que toma a Dios como pretexto para un proyecto de poder, pero también la tecno-ciencia, en la que el hombre se hace Dios para dar su propia ley a la realidad”.
Pobreza y persona
Finalmente, el diputado se refirió al hecho de haber leído la encíclica en el Año europeo contra la pobreza.
“Nuestra estrategia sobre la pobreza es una estrategia de desarrollo que pasa a través, no sencillamente de una iniciativa de reparto más de recursos procedentes de los países más ricos, sino también a través de la promoción de la persona”, dijo.
Como para Benedicto XVI, “es la persona la que se hace protagonista”, afirmó, “de su tiempo, de su país, que tal vez está martirizado por las dificultades económicas pero donde, gracias a la educación en la que la fe tiene una función relevante, tiene la fuerza de afrontar los problemas”.
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