martes, 14 de diciembre de 2010

Estudio: Impacto psicológico negativo del aborto como resultado del “circuitos permanentes” en el cerebro femenino.

23/09/2010

Taddheus M. Baklinski



NUEVA YORK, 21 de septiembre de 2010 (Notifam) – “Las mujeres tienen circuitos permanentes para las relaciones, y la relación de una mujer con su bebé es una de las más poderosas de todas, tanto si se da cuenta de ello o no. Los circuitos permanentes podría explicar muchas perturbaciones de la mujeres respecto a los sentimientos post-abortos”, escriben Evelyn Birge Vitz y Paul C. Vitz en un artículo publicado el 20 de septiembre en la revista Public Discourse.



Vitz Evelyn es profesora de francés y profesora asociada de Literatura Comparada en la Universidad de Nueva York. Paul Vitz C. es profesor emérito de Psicología en la Universidad de Nueva York y Académico Senior en el Instituto para las Ciencias Psicológicas.



En el artículo, los autores cuentan que han pasado un semestre con estudiantes, estudiando las historias de mujeres que compartieron sus experiencias después de un aborto.



Los autores encontraron que “muchas de esas mujeres sufren dolor agudo; algunas están casi totalmente incapacitadas” respecto a sus sentimientos después del aborto.



“Lo particularmente sorprendente es que la mayoría de las mujeres que tienen estas poderosas reacciones emocionales respecto a sus abortos están aturdidas por ello. Ellas no se oponían al aborto, y muchas eran partidarias activas del aborto. No entendían su propia reacción. Una mujer se lamentó – y otras miles se hicieron eco de su angustia mistificada -, y preguntó: ‘si ésta era la decisión correcta, ¿por qué me siento tan mal?’”.



Al notar que “este fenómeno perturbador es tan generalizado, y presente entre las mujeres de diversos antecedentes y de diferentes partes del mundo”, los autores postulan que “parece probable que el cerebro mismo, en particular la naturaleza del cerebro femenino, puede arrojar alguna luz particularmente útil sobre esta inesperada reacción emocional negativa”.



Los autores citan investigaciones sobre las diferencias entre los cerebros de las mujeres y de los hombres, especialmente cuando estas diferencias remiten a los ámbitos de la emoción, del estrés y de la memoria.



“Unas pocas diferencias pueden hacer una diferencia muy grande con respecto a la toma de decisiones y sus consecuencias emocionales”, dicen los autores, señalando que “la parte del cerebro que procesa la emoción, (generalmente llamado el sistema límbico) de las mujeres, funciona en forma diferenciada respecto al de los hombres”.



“Las mujeres experimentan emociones en gran medida en relación con otras personas: lo que más moviliza a las mujeres son las relaciones. Las mujeres son más personales e interpersonales que los hombres”.



En el manejo del estrés, los autores señalan que la investigación ha encontrado que “el comportamiento de los hombres bajo estrés se caracteriza generalmente por lo que se llama “lucha o huida”, mientras que las mujeres responden al estrés girando hacia la consolidación del comportamiento, apodado “atender y ser amigo”.



En el trastorno del estrés post –aborto, esta respuesta de “atender y ser amigo” puede manifestarse como depresión y ansiedad, debido a la falta de un punto focal hacia el cual dirigirse.



“Al responder al estrés del aborto, ella bien puede ser atraída hacia la crianza, al comportamiento de ‘atender y ser amigo’: esto es, como vimos, característico de las mujeres. Pero una de las personas clave que ella podría atender y ser amiga – su niño no nacido – ha sido eliminado por ella. Por lo tanto, no tiene salida preparada para hacer frente a este estrés significativo”.



“A esta mezcla ya tóxica se añade la misma fuerza de los recuerdos involucrados en la mayoría de las experiencias de embarazos no deseados y abortos”, escriben los autores, “como pueden ser la náusea u otros síntomas físicos, a menudo exacerbados por la inestabilidad hormonal y por los cambios de humor; la ansiedad por los embarazos no deseados; el drama de la prueba de embarazo; con frecuencia, la dificultad de tomar una decisión, luego la espera antes que el aborto pueda llevarse a cabo; quizás los manifestantes que protestan frente a una clínica; la sala de espera en la clínica de aborto, llena de gente quizás con otras mujeres y hombres conmovidos; el mismo aborto – los médicos y las enfermeras, los estribos, la máquina de vaciamiento u otra -, luego la sala de recuperación; el dolor y el sangrado posterior”.



“Es probable que todas estas experiencias dramáticas le proporcionan a las mujeres recuerdos imborrables. Una mujer puede volver a ellos y revivirlos una y otra vez”.



Los autores concluyen que “aunque una mujer puede decidir racionalmente llevar a cabo un aborto… una reacción terrible y chocante se presenta después de su aborto. A menudo lo que dura no es el relieve o el poder de los argumentos lógicos, pues éstos pueden tener una vida muy corta. Más bien es la relación fracasada y traicionada entre la mujer y su feto – ahora en su mente, su bebé muerto – la que tiene un poder permanente”.



Los autores piden una mayor honestidad por parte de la profesión médica hacia las mujeres que consideran un aborto, “para evitar al menos que algunas mujeres lleguen a experimentar esta dolorosa sorpresa”.



“Las mujeres necesitan que se les diga la verdad. Tienen que estar preparadas para lo que pueden ser las consecuencias de esta decisión importante en su vida. Esto es lo que significa una opción informada”.



Versión original en inglés en http://www.lifesitenews.com/ldn/2010/sep/10092105.html

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