Triunfalismo bañado en sangre. Así se podría definir la falsa alegría que el pasado 13 de diciembre mostraba la Ministra de Sanidad del Ejecutivo español, Leire Pajín Iraola, al adelantar los resultados del Informe que, un día después, se presentaba en torno al número de abortos practicados en España en el 2009, y cuya conclusión era -en palabras de la Ministra- que “por primera vez en la Historia, desde que se tienen datos, el número de abortos ha descendido”.
Pajín no sólo ignoró los abortos químicos y los efectos de la píldora del día después (PDD) sino que la conclusión a la que llegaba era sesgada y falsa. En efecto, según el Informe ministerial el número de abortos sólo desciende atendiendo a las inmigrantes (-1,9%) -cuya población en edad reproductiva ha bajado- mientras que sube considerablemente entre las mujeres españolas (+3%). Se observa, pues, que frente al descenso entre la población inmigrante existe un incremento en las mujeres españolas. Y es que, porcentualmente, el número de abortos crece en las nacidas en España, pasando del 44,9% al 47, 9%, un 3% más que en el anterior Informe. De esta manera, de los 111482 abortos realizados, 52483 corresponden a mujeres de nacionalidad española y 45274 a extranjeras.
Algunos días más tarde, la plataforma “Derecho a vivir” juntamente con el foro “Hazteoir.org” presentaban un segundo Informe que desenmascara las falsedades del documento del Ministerio de Salud acreditando un considerable aumento del número de abortos de las mujeres españolas y un devastador incremento en el número de abortos eugenésicos, a lo que se suma, según los datos facilitados por el propio Gobierno, un gran descontrol sanitario propiciado por la libre dispensación de la píldora del día después (PDD).
¿Cuáles son las conclusiones a las que llega el Informe que desenmascara las mentiras gubernamentales? He aquí algunas de ellas: en 2009 las españolas abortaron a 1395 niños más que en el año anterior; las mujeres que abortan, cada vez abortan más pues cada vez son más las mujeres que abortan repetidamente; el aborto eugenésico aumenta por lo que cada vez se eliminan más vidas consideradas inferiores; el descenso en el número de abortos de menores de 20 años corre paralelo a un descenso de la población menos de 20 años; etc.
Conclusiones, todas ellas, que harían saltar todas las alarmas de cualquier sociedad si ésta no se encontrara en tal grado de enfermedad moral como la actual sociedad española. Sí. Una de las causas por las que el número de abortos se dispara (abortos tanto quirúrgicos como químicos) es por la grave crisis de valores que atraviesa actualmente España. Crisis de valores que ha llegado a cegar de tal manera el corazón y las mentes de gobernantes y súbditos que toleran sin mayor problema el asesinato anual de cien mil vidas.
Nunca se debe olvidar que el aborto es siempre la muerte violenta de un ser humano y supone, es verdad, un terrible drama para la mujer que lo sufre. El asesinato frío y despiadado de niños inocentes es, además, un terrorífico fracaso colectivo ya que una sociedad que acepta tal matanza es una sociedad enferma y degradada. Pero el aborto es además, no conviene echarlo en olvido, un ingente negocio para las clínicas que viven del sufrimiento ajeno y de la muerte de los inocentes. Sí. Ante el holocausto silencioso del aborto sólo ellas (las clínicas abortivas y las empresas farmacéuticas) obtienen ingentes beneficios, en este caso económicos.
Frente a este desolador panorama pocas son las Instituciones que ofrecen a la mujer un salvavidas cuando la barca de su vida, rozando el naufragio, toca las costas solitarias y devastadoras del aborto. Los diferentes Gobiernos (con las mujeres que los forman a la cabeza) tan sólo las lanzan en manos de aquellos que, violando el juramento de Hipócrates, las encaminan hacia la fría sala donde eliminar la vida humana que crece en su vientre. Ante el aborto, la más grave violencia que se ejerce sobre la mujer por el hecho de serlo, tantísimas ONGD se lavan las manos, cual Pilatos, y se desentienden del drama que, por acción (la trivialización de la sexualidad) u omisión (la falta de ayuda y apoyo), han ayudado a crear.
Es la Iglesia, una vez más, la tan vapuleada Iglesia católica, la que en tiempo, dinero y personas ofrece a la mujer una ayuda real. Es ella la que, con el bálsamo de la misericordia divina, ofrece la posibilidad de recomenzar de nuevo cuando la conciencia se agrieta ante el silencioso grito de la sueva voz del hijo que nunca verá la luz. Es ella la que, con programas como el “Proyecto Raquel”, ofrece a la mujer que ha abortado la posibilidad de reencontrarse consigo misma y con Dios. Es la Iglesia, la Madre Iglesia, la que, desde Delegaciones, COF, Asociaciones y ONGD católicas, ofrece una salida humana a miles de mujeres que se han asomado al abismo del aborto pero que han sido rescatadas a tiempo de caer por un precipicio que les hubiera destrozado la vida y hubiera apagado para siempre la vida del hijo de sus entrañas.
En el capítulo 2 del Evangelio de San Mateo se narra el episodio de la matanza de los inocentes ordenada por el Rey Herodes. Se cumplía así, con la orden dada por el Rey, la profecía de Jeremías que anunciaba “lamentos y llantos de amargura (…) por los hijos que ya no existen” (Jer 32, 15). Hoy, veinte siglos después, la orden herodiana ha vuelto a ser dada. Vestidos con la mentira, enmascarados y bañados en sangre, los Herodes de turno quieren lavar su conciencia ante los llantos y gritos de dolor que se elevan hasta el cielo por los cientos de miles de inocentes asesinados con su beneplácito falseando documentos y mintiendo sobre datos e Informes. Sí. Tienen las manos manchadas y el corazón cegado por el mal. Solo son capaces de mostrar un falso triunfalismo bañado en sangre. Que Dios les perdone.
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