(Efe) La demanda contra Italia fue presentada en Estrasburgo en julio de 2006 por Soile Lautsi, una ciudadana italiana residente en Abano Terme (a 55 kilómetros de Venecia) que se había quejado de la exhibición de crucifijos en las aulas del instituto donde estudiaban sus dos hijos.
La primera sentencia de la Sala del Tribunal de Estrasburgo apoyó a la demandante por considerar que la presencia del crucifijo en las aulas públicas “podría interpretarse fácilmente por alumnos de todas las edades como un signo religioso”, que podría resultar “molesto” para los practicantes de otras religiones o los ateos.
Los 17 jueces de la Gran Sala del Tribunal entendieron hoy en cambio que la “percepción subjetiva” de la demandante acerca del “derecho del Estado a asegurar la educación y la enseñanza de sus hijos conforme a sus convicciones filosóficas” no supone una violación del citado Convenio.
La sentencia constata también que aunque las autoridades italianas “dan a la religión mayoritaria del país una visibilidad preponderante en el ámbito escolar”, eso no supone tampoco una violación del Convenio.
“Un crucifijo colgado de una pared es un símbolo esencialmente pasivo, cuya influencia sobre los alumnos no puede ser comparada a un discurso didáctico o a la participación en actividades religiosas”, dijo el texto de la sentencia.
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(Aci) “Hoy -afirmó el Presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, Cardenal Peter Erdoprelado- se ha escrito una página de la historia. Se ha abierto una esperanza no solo para los cristianos, sino para todos los ciudadanos europeos, creyentes y laicos, que estaban profundamente golpeados por la sentencia del 3 de noviembre de 2009 (en contra del crucifijo) y que estaban preocupados ante procedimientos que tienden a desmoronar una gran cultura como la cristiana y a minar en definitiva la propia identidad”.
ResponderEliminarEn opinión del también Arzobispo de Esztergom-Budapest (Hungría), “considerar la presencia del crucifijo en el espacio público como contraria a los derechos del hombre sería negar la idea misma de Europa. Sin el crucifijo la Europa que hoy conocemos no existiría. Por este motivo la sentencia es primero que nada una victoria para Europa”.
Finalmente el Cardenal dijo estar convencido de que esta sentencia “contribuirá a confiar en el Tribunal y en las instituciones europeas por parte de muchos ciudadanos europeos. Con ella los jueces han reconocido que la cultura de los derechos del hombre no debe excluir a la fuerza a la civilización cristiana”.