Pablo J. Ginés / ReigionenLibertad.
Lleno total en la sede de la editorial San Pablo para presentar el libro-entrevista "Un fraile vestido de cardenal", protagonizado por el cardenal Carlos Amigo, arzobispo emérito de Sevilla. Sin embargo, aunque Amigo es el protagonista del libro y estuvo presente anoche con un breve parlamento y más de una hora firmando libros, el protagonista fue el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, que ejerció de "estrella" y "socialista católico".
Bono y el aborto
"Dije en el Congreso que yo voté la Ley del Aborto, pero sabiendo que el aborto es un mal, no un derecho, y por razones distintas, porque creía que con al ley el aborto disminuiría, y puedo decir, gracias a Dios que las estadísticas me han dado la razón", afirmó Bono ante unos 250 asistentes en la sede de los paulinos.
Bono no dio más datos sobre esas estadísticas y puesto que no hubo turno de preguntas y se marchó inmediatamente tras el acto, nadie le pudo recordar los datos reales:
1) que si en 2009 se registraron 112.000 abortos, cuatro mil menos que en 2008, es por el reparto generoso sin receta de píldoras del día después, que son una forma de aborto químico que no se computa (se reparten unas 2.000 al día, 770.000 al año).
2) que los datos "oficiales" se limitan a sumar lo que declaran las clínicas privadas abortistas, cifras que ellas retocan "a la baja" para no declarar ante Hacienda (como demostró el caso del doctor Morín) y que ninguna inspección ni autoridad confirma ni revisa ni auditoriza.
3) que una golondrina no hace verano: incluso si durante el primer año de Ley Aído hubiera habido menos abortos (cosa que ya hemos visto no es correcta) no bastaría para poder hablar de un cambio de tendencia. Y en cualquier caso no justificaría un voto favorable a esa ley.
Pero esa fue solo una de las ocurrencias de Bono por la tarde, después de haber tenido -como admitió-, una intensa mañana en el Congreso de los Diputados. Como él iba hablando y la gente callaba con atención o aplaudía, afirmó que "¡me impresiona su silencio cuasi religioso, que asombra a quien tiene que presidir sesiones en el Congreso! Allí hasta las jaculatorias tienen intenciones distintas a su formalidad literaria". Y agradeció los aplausos a sus bromas porque "¡he tenido un día...! Gracias, una semana como esta... los votos no están para...".
Añadió que "la Iglesia no tiene militancia política, pero tiene muchas capillas y naves laterales; yo estoy en una de esas naves, en un lateral. El buen toreo es al natural, es decir, siempre con la izquierda, porque si se usa la muleta ha de ayudarse con la espada que usa la derecha".
Bono dijo que él, como el cardenal Amigo, no sentía nunca rencor: "no guardar rencor da salud, el rencor provoca úlceras", dijo. Negó la idea de que "todo esté bien; no es así, hay cosas que están mal por muy interculturales que queramos ser". Y se definió como "un autónomo: un valor de los políticos es ser autónomo. Jiménez Losantos me insulta cada día en la radio y yo soy autónomo de él, pero ¿y ser autónomo de tu propio partido? Ser autónomo es importante para políticos y para obispos...¡no todos los cardenales son autónomos!".
Y se quejó como ha hecho muchas veces antes: "muchos en mi partido no me aceptan por ser de los vuestros, y entre los nuestros muchos no me aceptan por ser del partido".
Bono sobre el cardenal Amigo
Después de eclipsar a su anfitrión, Bono condescendió a dedicar algunas frases al cardenal. "El cardenal Amigo me defendería como me defendió don Marcelo [el cardenal Marcelo González, de Toledo, fallecido en 2004], que murió en Palencia con la mano cogida del ministro socialista de defensa [ el propio Bono, en esa época]".
Regañó a Amigo porque en su libro "algo tendría que haber dicho del laicismo militante en el que a veces se nos tiene introducidos" y por ser poco generoso con los políticos en su libro, aunque el cardenal recuerda que Juan Pablo II y Pablo VI dijeron que la política era "un noble oficio" de personas "que deberían ser de las que buscan el bien común".
A Bono le gustó especialmente la definición de Dios que da el cardenal en el libro: "el amor al prójimo, cada día y en cada momento". Y lo alabó por su prestancia, recordando que él ha visto al cardenal, de gran altura, "revestido, con esa voz potente, profunda, en el ambón, tan impresionante, con todos los ingredientes para caer en la vanidad, pero manteniéndose cercano". "Me recuerda a como hablaba Don Marcelo... es que no todos los cardenales hablan igual", añadió.
También alabó una frase del libro en la que Amigo afirma: "no he sido un revolucionario, pero tampoco un conformista", que a Bono le gustó y le pareció ejemplar en un mundo de mucha doblez política. "Vengo de una campaña electoral donde todos decíamos que éramos los mejores, pero la verdad es que eso va por barrios; de hecho yo me levanto a veces sintiéndome el mejor y luego ya no me lo creo a medio día", añadió.
Un crítica que le hizo al libro es que "hay respuestas del cardenal que no se corresponden con las preguntas; así el cardenal podrá escribir otro libro más adelante, que podría titularse Lo Que el Fraile No Contó a Larra".
Algunas ideas del libro del cardenal: Islam, política, laicismo...
El cardenal soportó con elegancia la perorata del político, y su ponencia, anterior a la de Bono, fue breve y directa: definió su libro como "una reflexión sobre temas que a todos nos pertenecen", con "mucho de recuerdo, en el sentido de re-cordare, pasar las cosas de nuevo por el corazón".
En el libro, un diálogo con el periodista y franciscano conventual Luis E. Larra Lomas (actual redactor jefe de la revista "Mundo Negro"), el cardenal habla de la relación entre la fe y la razón, el papel de la Iglesia en la vida política, el diálogo interreligioso, el papel de Dios en nuestra época y los abusos sexuales. El prólogo es de Francisco Vázquez, ex alcalde socialista de La Coruña y ex embajador ante la Santa Sede, y el epílogo del cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga, presidente de Cáritas Internacional.
En el libro el cardenal recuerda cómo Gaudí colocó las imágenes y retablos educativos en el exterior de la Sagrada Familia: en una España que busca quitar los signos religiosos de las paredes, ¿cómo van a quitarlos de las fachadas de la Sagrada Familia?
También recuerda sus 9 años como obispo de Tánger, en Marruecos, y el encuentro de Juan Pablo II con los jóvenes marroquíes en Rabat que ayudó a organizar. En el libro afirma que el musulmán que quiere diálogo interreligioso quiere hablar de Dios con el cristiano, poner a Dios en el centro, y no divagar sobre multiculturalidades abstractas.
En cuanto al ateísmo y el laicismo, recuerda esas pintadas que pretenden ser ofensivas ("si viera a Dios le escupiría en la cara", dice una clásica) y afirma que "esa persona busca a Dios", ya tiene cierta fe. Igual que no se puede usar una lupa de filatelia para buscar estrellas, sino que se requiere un telescopio, la fe requiere otra mirada , otras herramientas, para acercarse a Dios. "Hay personas que no quieren recibir el don de la fe", lamenta, porque temen (equivocadamente) que les haría convertirse en personas irreflexivas.
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