viernes, 4 de octubre de 2013

Estudiantes paralizan la apertura de curso de la Universidad Politécnica de Valencia.

Los alumnos se habían concentrado poco antes de las 12.00 horas, cuando estaba previsto el inicio de la ceremonia, y han conseguido, tras un tenso forcejeo con el personal de seguridad, entrar en el edificio y acceder hasta el Paraninfo, donde ya estaban algunas de las autoridades invitadas al acto, entre ellas, el arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, a quien han gritado "fuera la Iglesia de la Universidad" y "somos estudiantes, no monaguillos". El grupo ha subido a la tarima donde ha instalado un cartel en el que se puede leer 'Universitat neoliberal fracàs social' y ha advertido al público de que el acto "no se iba a celebrar". Una alumna ha leído un manifiesto en el que reclaman el pago de la deuda histórica de la Generalitat a las universidades y una enseñanza pública y de calidad para todos los jóvenes. Pasados cerca de 15 minutos, y ante la agitación generada, se ha decidido que los invitados abandonaran la sala y, en estos momentos, varios representantes de la UPV --entre ellos, la vicerrectora de Alumnado y el decano de la Facultad de Bellas Artes- están negociando con los alumnos para intentar que dejen que el acto continúe y se desarrolle con normalidad. Se da la circunstancia de que en la apertura del curso universitario en la Comunitat Valenciana, celebrado este año en la UV, comenzó, por primera vez y por consenso, con la lectura de un manifiesto a favor de la universidad pública y, posteriormente, el acto se desarrolló con normalidad. El Arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, pagó cara su puntualidad y tuvo que soportar diez minutos de descalificaciones e improperios. Se lo tomó con resignación cristiana y de nada sirvió que mostrara predisposición a escuchar las demandas de los manifestantes. El ruido era ensordecedor al gritarse las consignas y apenas pudo entenderles. La escena era grotesca. En el templo de la tolerancia, del contraste de ideas, del diálogo y la sabiduría triunfaba el patadón y la postura de fuerza. Por mucha razón que asista a los estudiantes „comprensiblemente hartos del incremento de las tasas y de los recortes en las becas„ ya deberían haber aprendido que a la universidad se va a escuchar, a formarse y a tratar con respeto al discrepante. ¿Tienen motivos los estudiantes para protestar por el modo en que se han aplicado los recortes? Sin duda. ¿Era necesario provocar la suspensión del acto institucional? De ninguna manera cuando el rector, Francisco Mora, ya había aceptado ceder un turno de palabra a un estudiante para que leyera el manifiesto reivindicativo y los manifestantes disponían de plena libertad para exhibir pancartas y entonar sus consignas civilizadamente. El boicot impidió a los jóvenes aprovechar el altavoz del acto oficial para difundir sus reclamaciones y ofreció una pésima imagen universitaria. Una lección penosa.

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