(ACI) La hermana María de Guadalupe regresó a su ciudad natal, Villa Mercedes, en San Luis (Argentina), despues de permanecer dos años en la ciudad de Alepo, en Siria, en la tarea pastoral encomendada a sacerdotes y religiosas del Instituto del Verbo Encarnado (IVE). En su ciudad, informa AICA, la religiosa de 41 años estuvo en Radio Acuarela, una emisora local, y ofreció su testimonio de fe en el difícil contexto que los cristianos deben soportar en Medio Oriente.
«Hemos vivido por dos años en estado de sitio, con situaciones terribles, como falta de agua, de electricidad o combustible. Sin embargo, hay gente que no deja de venir: muchos mayores caminan cerca de 45 minutos para venir a misa, con el riesgo que eso conlleva, porque ¡estamos en guerra! El bombardeo es permanente».
La posición geográfica de Siria, entre el Medio Oriente y el Asia Menor, sus recursos naturales y otras bondades despertaron la codicia de agentes económicos que actuaron, dice, sin atender la situación de la población.
La religiosa contó que, a pesar de las condiciones, la acción religiosa continúa, y en cierta manera, ha aumentado. Las actividades en invierno, por ejemplo, deben concluir antes de las 17 horas, para que las personas regresen a sus hogares con la luz del día y no sean asaltados.
El Obispo Antoine Audo intenta mantenerse al margen de la discusión política. Aunque eso no impide tener postura sobre el tema: «No se está combatiendo por el pueblo, sino contra el pueblo: ellos atacan directamente los barrios cristianos. Hablamos de barrios civiles, muy populares… la gente está tratando de sobrevivir. Los terroristas atacan directamente al cristianismo».
La religiosa contó que en Navidad y Año Nuevo amenazaron a los cristianos con hacerles llover misiles pintados de rojo: «llovían los misiles sobre nuestras casas», expresó. Dijo también que es posible que haya habido cerca de 100.000 muertos en estos dos años de conflicto.
La hermana Guadalupe relató que muchos pueblos fueron tomados por las guerrillas islámicas, que impusieron la ley islámica y ya no permiten la convivencia religiosa. Obligan a las mujeres a taparse, como habitúan las musulmanas, y retiraron las cruces de los lugares públicos y de los templos.
En Siria, dijo, se vivió como «un verdadero milagro» la jornada de ayuno y oración promovida por el Papa Francisco, que evitó el avance de un ataque con misiles sobre las principales ciudades. Frente a la incertidumbre del ataque, los fieles sintieron la presencia de los cristianos y gente de otros credos rezando por la paz.
La religiosa tuvo la oportunidad, antes de volver a la Argentina, de pasar por Roma y saludar al Papa Francisco después de una audiencia. Recordó, emocionada, su saludo y la exhortación a seguir misionando. «Es muy importante que el Santo Padre te lo diga… eso fue muy importante para nosotros».
«Hemos vivido por dos años en estado de sitio, con situaciones terribles, como falta de agua, de electricidad o combustible. Sin embargo, hay gente que no deja de venir: muchos mayores caminan cerca de 45 minutos para venir a misa, con el riesgo que eso conlleva, porque ¡estamos en guerra! El bombardeo es permanente».
«Esta guerra se desató como un levantamiento de algunos sectores del ejército contra Bashar Al-Assad y su dinastía, que lleva más de 40 años como dictadura. Pero rápidamente degeneró en otras cosas: facciones del Islam fundamentalista aprovecharon la situación para derribar al gobierno. Lo que comenzó como un levantamiento popular terminó ahora siendo otra cosa».La religiosa contó que la situación en la ciudad donde estaba destinada, Alepo, era ciudad «de calma, de tranquilidad y de convivencia» hasta que se desató la guerra. Afirmó que la situación política es «muy compleja», e involucra a actores políticos, económicos… y también religiosos.
La posición geográfica de Siria, entre el Medio Oriente y el Asia Menor, sus recursos naturales y otras bondades despertaron la codicia de agentes económicos que actuaron, dice, sin atender la situación de la población.
«Los que están luchando contra el gobierno ahora son grupos fundamentalistas extranjeros. Son mercenarios sanguinarios que están masacrando al pueblo. Quieren desestabilizar y que el gobierno deba dejar. Este gobierno, por más que sea musulmán, pertenece a la secta de los alauitas, que son de los más moderados», contó la religiosa, para quien la tolerancia religiosa del actual gobierno es un motivo de conflicto y atenta contra el proyecto de la «gran nación islámica».La hermana Guadalupe relató que el IVE llegó a Siria atendiendo a la llamada del Obispo latino, quien años atrás anunció la construcción de la catedral y una residencia universitaria. La congregación argentina ofreció sacerdotes y hermanas para la atención pastoral de ambas realidades. Allí atendían, como en una parroquia de cualquier ciudad, hasta que sobrevino la actual situación.
La religiosa contó que, a pesar de las condiciones, la acción religiosa continúa, y en cierta manera, ha aumentado. Las actividades en invierno, por ejemplo, deben concluir antes de las 17 horas, para que las personas regresen a sus hogares con la luz del día y no sean asaltados.
El Obispo Antoine Audo intenta mantenerse al margen de la discusión política. Aunque eso no impide tener postura sobre el tema: «No se está combatiendo por el pueblo, sino contra el pueblo: ellos atacan directamente los barrios cristianos. Hablamos de barrios civiles, muy populares… la gente está tratando de sobrevivir. Los terroristas atacan directamente al cristianismo».
La religiosa contó que en Navidad y Año Nuevo amenazaron a los cristianos con hacerles llover misiles pintados de rojo: «llovían los misiles sobre nuestras casas», expresó. Dijo también que es posible que haya habido cerca de 100.000 muertos en estos dos años de conflicto.
La hermana Guadalupe relató que muchos pueblos fueron tomados por las guerrillas islámicas, que impusieron la ley islámica y ya no permiten la convivencia religiosa. Obligan a las mujeres a taparse, como habitúan las musulmanas, y retiraron las cruces de los lugares públicos y de los templos.
En Siria, dijo, se vivió como «un verdadero milagro» la jornada de ayuno y oración promovida por el Papa Francisco, que evitó el avance de un ataque con misiles sobre las principales ciudades. Frente a la incertidumbre del ataque, los fieles sintieron la presencia de los cristianos y gente de otros credos rezando por la paz.
La religiosa tuvo la oportunidad, antes de volver a la Argentina, de pasar por Roma y saludar al Papa Francisco después de una audiencia. Recordó, emocionada, su saludo y la exhortación a seguir misionando. «Es muy importante que el Santo Padre te lo diga… eso fue muy importante para nosotros».
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