"Hoy en día, en varias partes del mundo, a veces en un clima de silencio -un silencio con frecuencia cómplice-, muchos cristianos son marginados, calumniados, discriminados", dijo el papa en su homilía ante la jerarquía católica y una delegación ortodoxa.
Francisco subrayó que muchos cristianos son aún hoy en día "víctimas de una violencia incluso mortal, a menudo sin que los que podrían hacer que se respetaran sus sacrosantos derechos hagan nada para impedirlo".
Una situación que recuerda, en su opinión, a la de la época paleocristiana, en la que dichos apóstoles "no fueron los únicos que derramaron su sangre por Cristo", al ser ajusticiados en Roma, sino que "toda la comunidad fue perseguida" desde sus inicios.
El papa centró su homilía en tres conceptos "esenciales para la vida del apóstol", la confesión, la persecución y la oración, ante cardenales, arzobispos, obispos y curas, así como una delegación del Patriarcado ortodoxo de Constantinopla, que cada año se desplaza a Roma para celebrar el día de los apóstoles Pedro y Pablo.
En primer lugar pidió a la jerarquía católica preguntarse si son "cristianos de salón" o por contra "apóstoles en camino".
"Preguntémonos si somos cristianos de salón, de esos que comentan cómo van las cosas en la Iglesia y en el mundo, o si somos apóstoles en camino, que confiesan a Jesús con la vida porque lo llevan en el corazón", instó.
Francisco subrayó que quien "confiesa a Jesús sabe que no ha de dar solo opiniones, sino la vida; que no puede creer con tibieza, sino que está llamado a 'arder' por amor" y que "en la vida no puede conformarse con 'vivir al día' o acomodarse en el bienestar".
Por último, definió la oración como "el agua indispensable que alimenta la esperanza y hace crecer la confianza", permite "ir adelante en los momentos más oscuros, porque enciende la luz de Dios", dijo.
"Qué urgente es que en la Iglesia haya maestros de oración, pero que sean ante todo hombres y mujeres de oración, que viven en la oración", destacó el papa, quien señaló que "una Iglesia que reza está protegida por el señor".
Francisco presidió la eucaristía, en la plaza de San Pedro del Vaticano, acompañado por los cinco cardenales que nombró el miércoles en su cuarto consistorio, entre ellos el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y el auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez.
Como es tradición, fueron invitados a la misa los arzobispos designados en el último año y el papa bendijo los palios, estola de lana que representa su vínculo con el pontífice, y que serán impuestos en sus respectivas sedes metropolitanas.
De los 36 arzobispos nombrados acudieron a Roma 32, entre ellos los de las diócesis brasileñas de Londrina, Paraíba, Aracaju, Sorocaba y Aparecida; de la argentina San Juan de Cuyo, de la mexicana Morelia, de la venezolana Coro y de Santo Domingo.
No viajaron hasta el Vaticano, entre otros, el arzobispo de Antofagasta, en Chile, monseñor Ignacio Francisco Ducasse Medina, ni el de la diócesis de Camagüey, en Cuba, monseñor Wilfredo Pino Estévez.
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