La dictadura China afirmó ayer que es sincera en sus negociaciones para intentar solucionar las diferencias con el Vaticano pero advirtió que no tiene la menor intención de permitir que el Papa nombre a los obispos en su país.
(Efe) «China siempre ha sido sincera sobre la mejora de las relaciones con el Vaticano. Hemos dado pasos concretos hacia ese objetivo y tenemos un canal fluido de comunicaciones», señaló Chen Zongrong, portavoz de la Administración de Asuntos Religiosos.
Chen, en la presentación del libro blanco del Gobierno sobre la situación de las distintas religiones en este país, no ofreció detalles sobre la situación de las negociaciones para la normalización de los lazos entre ambas partes.
Sin embargo, Chen no dio muestras de flexibilidad por parte de Pekín y se mantuvo fiel a la línea oficial, que mantiene el «principio» de «no permitir que entidades extranjeras interfieran en los asuntos religiosos chinos».
En todo caso, Xiao Hong, portavoz de ese organismo, destacó en la misma rueda de prensa que ambas partes han mantenido «discusiones positivas y en profundidad», y subrayó los «esfuerzos» realizados por China en este proceso.
China tiene una iglesia pseudocatólica «patriótica», regulada por el Partido Comunista, con obispos nombrados por Pekín, aunque pretenden que en asuntos teológicos no mantiene diferencias con la iglesia católica «subterránea» que se mantiene fiel al Vaticano. Lo cierto es que la autoridad del Papa sobre toda la Iglesia es un asunto teológio de primer orden.
Sin embargo, en los últimos años ha habido un acercamiento y se han producido nombramientos de obispos consensuados entre ambas partes.
Antes de estas declaraciones que zanjan la cuestión de la autoridad del Papa en el nombramiento de obispos. se produjeron filtraciones en las últimas semanas, según las cuales el acuerdo que estarían cerca de cerrar Pekín y la Santa Sede establecería que el Papa podría nombrar los obispos y normalizaría el funcionamiento de la Iglesia Católica en China.
El documento sería una especie de concordato extraoficial similar al que el Vaticano mantiene con otros países para regular sus lazos bilaterales, pero sin la exigencia de que el Vaticano rompa sus lazos diplomáticos con Taiwán, una de las condiciones que China suele imponer a otros Estados.
En lugar de eso, Pekín se contentaría con la apertura de una oficina de coordinación del Vaticano en China. El acuerdo también daría el visto bueno de Roma a siete obispos ordenados por la Iglesia Católica china.
El libro blanco divulgado este martes señala que en China hay unos 200 millones de personas que practican alguna religión, entre las que dominan el budismo y el taoísmo, aunque Chen reconoció que la cifra procede de cálculos aproximados, no de un censo real.
De ellos, habría unos 6 millones de católicos, según las estimaciones del Gobierno de Pekín, aunque no diferencian entre los «patrióticos» y los «subterráneos» y otras fuentes calculan que la cifra real podría alcanzar los 12 millones.
En el caso de los católicos fieles al Vaticano, muchos no están contabilizados y se reúnen en lugares no religiosos, en lo que en China se denomina «iglesias familiares». Chen, que fue responsable de asuntos cristianos en su departamento, reconoció que no hay estadísticas sobre cuántas personas hay en esa categoría, aunque destacó que «su número no es pequeño».
Chen, en la presentación del libro blanco del Gobierno sobre la situación de las distintas religiones en este país, no ofreció detalles sobre la situación de las negociaciones para la normalización de los lazos entre ambas partes.
La dictadura no va a ceder
La presentación del libro blanco tuvo lugar después de que en las últimas semanas haya habido varias filtraciones e informaciones sobre la supuesta inminencia de un acuerdo entre ambas partes para solucionar las diferencias entre ambas partes, que se centran esencialmente en el nombramiento de los obispos.Sin embargo, Chen no dio muestras de flexibilidad por parte de Pekín y se mantuvo fiel a la línea oficial, que mantiene el «principio» de «no permitir que entidades extranjeras interfieran en los asuntos religiosos chinos».
Gestión más democrática de la religión católica
Además, Chen, en un ejercicio impresionante de cinismo, precisó que Pekín busca una gestión «más democrática» de la religión católica, a fin de evitar «la dictadura de un solo hombre», aunque sin afectar a los principios de esa fe. En este sentido, Chen recalcó «el liderazgo» del Partido Comunista sobre los asuntos religiosos en todo el país.En todo caso, Xiao Hong, portavoz de ese organismo, destacó en la misma rueda de prensa que ambas partes han mantenido «discusiones positivas y en profundidad», y subrayó los «esfuerzos» realizados por China en este proceso.
China tiene una iglesia pseudocatólica «patriótica», regulada por el Partido Comunista, con obispos nombrados por Pekín, aunque pretenden que en asuntos teológicos no mantiene diferencias con la iglesia católica «subterránea» que se mantiene fiel al Vaticano. Lo cierto es que la autoridad del Papa sobre toda la Iglesia es un asunto teológio de primer orden.
Sin embargo, en los últimos años ha habido un acercamiento y se han producido nombramientos de obispos consensuados entre ambas partes.
Antes de estas declaraciones que zanjan la cuestión de la autoridad del Papa en el nombramiento de obispos. se produjeron filtraciones en las últimas semanas, según las cuales el acuerdo que estarían cerca de cerrar Pekín y la Santa Sede establecería que el Papa podría nombrar los obispos y normalizaría el funcionamiento de la Iglesia Católica en China.
El documento sería una especie de concordato extraoficial similar al que el Vaticano mantiene con otros países para regular sus lazos bilaterales, pero sin la exigencia de que el Vaticano rompa sus lazos diplomáticos con Taiwán, una de las condiciones que China suele imponer a otros Estados.
En lugar de eso, Pekín se contentaría con la apertura de una oficina de coordinación del Vaticano en China. El acuerdo también daría el visto bueno de Roma a siete obispos ordenados por la Iglesia Católica china.
El libro blanco divulgado este martes señala que en China hay unos 200 millones de personas que practican alguna religión, entre las que dominan el budismo y el taoísmo, aunque Chen reconoció que la cifra procede de cálculos aproximados, no de un censo real.
De ellos, habría unos 6 millones de católicos, según las estimaciones del Gobierno de Pekín, aunque no diferencian entre los «patrióticos» y los «subterráneos» y otras fuentes calculan que la cifra real podría alcanzar los 12 millones.
En el caso de los católicos fieles al Vaticano, muchos no están contabilizados y se reúnen en lugares no religiosos, en lo que en China se denomina «iglesias familiares». Chen, que fue responsable de asuntos cristianos en su departamento, reconoció que no hay estadísticas sobre cuántas personas hay en esa categoría, aunque destacó que «su número no es pequeño».
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