sábado, 11 de diciembre de 2010

Los obispos de Guatemala piden al Congreso la abolición de la pena de muerte.

(J. L. Celada) La Conferencia Episcopal de Guatemala ha pedido al Congreso de su país que “haga uso de la facultad que le concede la Constitución Política de la República de Guatemala en su artículo 18 y decrete la abolición de la pena de muerte”. Una oposición que “no significa ni quiere ser –dice– un sí a la impunidad”.
En un comunicado de su Consejo Permanente, hecho público el pasado mes de noviembre, los obispos censuran como “moralmente irresponsable la promoción de la pena de muerte como propaganda política, pues la desesperación ciudadana por la ineficacia del sistema judicial se combate mejorando el sistema judicial y penitenciario y no aplicando la pena capital”. “En la aplicación de la pena de muerte –advierten– late a veces un deseo de venganza disfrazado de justicia. La violencia no se combate con violencia cruenta ejercida bajo el amparo de la autoridad del Estado; más bien con ello se le da a la violencia visos de legitimidad”.
Tras revisar la doctrina de la Iglesia católica en este campo y su firme defensa de la vida en toda circunstancia (aborto, eutanasia, bioingeniería, guerras…), el mensaje episcopal rechaza el argumento esgrimido por las autoridades de que la aplicación de la pena de muerte reducirá los actuales índices de criminalidad de la sociedad guatemalteca, causados –a su juicio– por “otros factores como la falta de acceso a la educación, a oportunidades de trabajo, a la integración de la familia”. Y añade: “Es una inmoralidad y una falsedad prometer acabar con la delincuencia y el crimen organizado promoviendo la pena de muerte. El remedio a la violencia está más bien en la aplicación de políticas de desarrollo social éticamente fundadas”.

Fortalecer el sistema judicial.

En ese mismo sentido, la jerarquía de la Iglesia católica del país centroamericano pide que se fortalezca el sistema de justicia, para que sea “pronta, eficiente e imparcial”, y un sistema penitenciario que “realmente resguarde a la sociedad de las acciones criminales de quienes guardan prisión, que sea un sistema en el que los reos expíen adecuadamente su crimen a la vez que se respeta su dignidad humana y se favorece su regeneración”.
Finalmente, los pastores invitan a sus compatriotas a “crear una verdadera cultura de la vida” asentada en el “compromiso diario en el camino de la conversión, la reconciliación y la construcción de la verdadera paz”.



En el nº 2.732 de Vida Nueva.

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