martes, 5 de julio de 2011

Benedicto XVI ve signos que indican un despertar del sentido religioso.

(SIC) Durante la última audiencia general en la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI ha reflexionado ayer miércoles sobre el tema de la oración y como ésta y el «sentido religioso forman parte del hombre a lo largo de toda su historia». «Vivimos hoy en una época en donde son evidentes los signos del secularismo. Dios parece que haya desaparecido del horizonte de muchas personas, o se haya convertido en una realidad indiferente». Pero por otra parte, ha afirmado también el Papa, «algunos signos nos indican que existe un despertar del sentido religioso»

Benedicto XVI cree que se está produciendo “un redescubrimiento de la importancia de Dios para la vida del hombre: la exigencia de una espiritualidad que nos hace superar la visión puramente horizontal y material de la vida humana”.

En su catequesis, el Santo Padre ha recordado que el hombre por naturaleza es religioso: es homo religiosus, como es homo sapiens y homo faber. “El deseo de Dios -afirma el Catecismo- está inscrito en el corazón del hombre, porque él ha sido creado por Dios y para Dios”. “La imagen del Creador está impresa en su ser y siente necesidad de encontrar una luz para dar respuesta a las preguntas que se refieren al sentido profundo de la realidad”. “El hombre digital, igual que el hombre de las cavernas -ha dicho el Papa- busca en la experiencia religiosa, el camino para superar su finitud y para asegurar su precaria aventura terrena. Porque la vida, sin un horizonte trascendente, no tendría sentido”.

“El hombre lleva en sí una sed de infinito, una nostalgia de eternidad, una búsqueda de belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz, que lo empuja hacia lo Absoluto; el hombre lleva en sí mismo el deseo de Dios”, ha subrayado el Pontífice. “Sabe, de alguna manera, poder dirigirse a Dios, sabe de poderle rezar”. Y “la oración no está unida a un particular contexto, sino que se encuentra inscrita en el corazón de cada persona, de cada civilización”. “La oración, antes que una práctica o fórmula, es una postura interior, antes un acto de culto o unas palabras, es un modo de ser ante Dios”. La plegaria tiene su centro y sus raíces en lo profundo de las personas. De hecho la oración es el lugar por excelencia de la gratuidad, de la tensión hacia el Invisible, Inesperado e Inefable. “Rezar significa sentir el sentido del mundo fuera del mundo”.

En la dinámica de la plegaria ponerse de rodillas, ha explicado Benedicto XVI, es un gesto ambivalente: por una parte, es un signo de esclavitud, pero significa también postrarse declarando nuestro límite y por tanto manifestando la necesidad de Otro. Otro al que declarar ser débil, necesitado, pecador. “En la experiencia de la oración, la criatura humana expresa toda su conciencia de sí mismo y a la vez dirige toda su persona hacia el Ser delante el cual se está. La oración, que es apertura y elevación del corazón de Dios, se convierte en relación personal con el Señor” ha afirmado finalmente el Santo Padre. “Y aunque el hombre olvida a su Creador, el Dios vivo y verdadero, no cesa de llamar al hombre al misterioso encuentro de la oración”.

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