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lunes, 14 de octubre de 2013
Obama en la sombre, pero activo.
El USS San Antonio aloja a varios presuntos terroristas para ser interrogados. Foto: Archivo
El presidente Barack Obama aseguró el martes último, que el supuesto miembro de la organización terrorista Al-Qaeda, Anas al Libi, está involucrado en la muerte de cientos de personas. "Tenemos claras evidencias de eso y lo llevaremos ante la justicia", anunció.
Pero eso, cinco días después de que fuera capturado por un comando en Libia, al final todavía no pasó. Y mientras el gobierno decide si lo lleva ante la justicia ordinaria o ante un tribunal militar, el presunto terrorista Al Libi se encuentra prisionero en algún lugar del Mar Mediterráneo, navegando en un barco de guerra.
Acusado de ser el autor intelectual de los ataques simultáneos contra las embajadas de EE.UU. en Kenia y Tanzania en 1998 -murieron más de 220 personas- el caso de Al Libi sigue el patrón establecido en 2011 por el del somalí Ahmed Abdulkadir Warsame, que pasó dos meses en un navío antes de ser presentado ante la justicia en Nueva York.
Así es que, en el controvertido asunto de cómo tratar legalmente a los detenidos acusados de terrorismo después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, parece estar surgiendo esta especie de "tercera vía" de Obama: ni inmediato acceso a tribunales ordinarios, ni Guantánamo o cárceles secretas de la CIA.
Esta tercera vía consiste en interrogatorios en un barco en aguas internacionales, la aparente respuesta al asunto de quien cuando era candidato a la presidencia prometiera poner fin a la política de detenciones del gobierno de George W. Bush.
El problema político
Robert Chesney, experto en seguridad y derecho constitucional de la Universidad de Texas, le explicó a BBC Mundo que el proceso de Al Libi es "una combinación de detención militar por un tiempo determinado seguida de un proceso judicial civil".
"No me cabe duda de que va a pasar por un juez estadounidense, seguramente en semanas pues este modelo ya se ha seguido antes con Ahmed Warzame", afirma el abogado. La cuestión de por qué entonces detenerlo en un barco, para Chesney, se responde porque no hay muchas alternativas por motivos que no tienen que ver con la justicia sino con "una combinación de obstáculos políticos y diplomáticos".
Desde el punto de vista diplomático, está que este tipo de detenidos ya no puede ser enviado a cárceles secretas u otros recintos de los que disponía la inteligencia estadounidense en países como Afganistán porque sus gobiernos "ya no están colaborando".
Así pues, las alternativas que quedarían serían el propio territorio estadounidense o el centro de detención de la base de Guantánamo, que continúa funcionando aunque Obama decretó su cierre poco después de asumir el cargo.
"El propio presidente ha dicho que no quiere el ingreso de nuevos detenidos en Guantánamo, lo que además causaría una tormenta política desde la izquierda y se enfrentaría, desde la derecha, con las resoluciones del Congreso que dificultan tanto la salida de los prisioneros", comenta Chesney.
En ese sentido, Kathleen Clark, experta en seguridad nacional y tortura de la Universidad San Luis de Washington, coincide en señalar la dificultad para que alguien retenido en Guantánamo pueda ser llevado ante los tribunales como razón suficiente para que se evite llevar a Al Libi a la base en Cuba.
"No es que el gobierno no pueda luego sacarlo, tanto con Bush como con Obama se ha hecho, pero el Congreso tiene que ser notificado y hay numerosas implicaciones políticas y trabas", le dice Clark a BBC Mundo.
Descartando Guantánamo, lo que queda es llevarlo a EE.UU., bien a una cárcel para un proceso criminal regular o para mantenerlo como "prisionero de guerra" en una instalación militar. "Pero es políticamente incluso más explosivo llevar a EE.UU. a alguien acusado de terrorismo que no es ciudadano. No es realista pensar que Obama lo hará", opina Chesney.
Información crucial
El caso es que Al Libi, se supone, dispone de información muy valiosa para los servicios de inteligencia estadounidenses, que consideran que lleva dos décadas en la cúpula de al Qaeda y era el encargado de su logística informática.
El propio secretario de Estado, John Kerry, habló de él como una "figura clave" en la red fundada por Osama bin Laden, con lo que resultaba mucho más valiosa su captura que una operación con un avión no tripulado para matarlo, como ha hecho el gobierno estadounidense en recientes ocasiones.
El profesor Richard Chasdi, experto en lucha contra el terrorismo del Walsh College de Michigan, no considera que se pueda cuestionar en modo alguno el que Al Libi permanezca arrestado en un barco en medio del mar mientras es trasladado al tribunal competente para su caso en EE.UU.
"No veo el problema en su detención a bordo de un navío estadounidense mientras sea con el objetivo último de ser llevado a Nueva York en tiempo y forma", le dijo Chasdi a BBC Mundo.
Discrepa, sin embargo, la organización defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional, que considera que la situación sirve para negarle a Al Libi las diferentes prerrogativas de las que goza un preso en EE.UU. y es una violación del derecho internacional humanitario.
Zeke Johnson, director del Programa de Seguridad y Derechos Humanos de Amnistía Internacional en EE.UU. , le explicó a BBC Mundo que en territorio estadounidense Al Libi tendría acceso a la asistencia de un abogado, el derecho a la presunción de inocencia, el derecho a ser liberado tras una detención arbitraria sin cargos, entre otras.
"Nosotros estamos además muy preocupados por el interrogatorio. El manual de interrogatorios de las Fuerzas Armadas tienen una sección que permite el aislamiento durante largo tiempo y eso podría llevar al maltrato", afirma Johnson.
"El presidente Obama no debería usar un Guantánamo flotante mientras se demora injustificadamente en cerrar el real. Al Libi debería ser llevado inmediatamente ante el sistema de justicia penal y tratado con respeto a los derechos humanos, o ser liberado", sentencia Johnson..
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