miércoles, 15 de enero de 2014

Posturas eclesiales ante la reforma de la Ley del aborto. ¿todas valen?.

POSICIONAMIENTO D’ESGLÉSIA PLURAL RESPECTO AL NUEVO PROYECTO DE REGULACIÓN DEL ABORTO y otros comunicados anteriores de colectivos de Redes Cristianas  
Nota de prensa02 de Enero de 2014.

POSICIONAMIENTO D’ESGLÉSIA PLURAL RESPECTO AL NUEVO PROYECTO DE REGULACIÓN DEL ABORTO. Església Plural manifiesta su más frontal rechazo a la nueva propuesta de Ley del aborto y lamenta las declaraciones de apoyo que ha recibido por parte del cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, el cual, en declaraciones a la COPE, todavía la quería más restrictiva. Desde nuestra visión ética cristiana rechazamos que el aborto sea un derecho. Los derechos a defender, entre otros, son los de la vida -y una vida digna- y el derecho a la autonomía de toda persona para decidir en conciencia sobre sí misma. Es en este marco donde creemos que el aborto debe ser regulado. Una sociedad madura, sana y equilibrada es incompatible con la visión punitiva, paternalista, represiva y de cultura del pecado que promueven los sectores del fundamentalismo ideológico y religioso, que han encontrado eco en el actual gobierno del PP.
El reciente proyecto de ley del ministro Gallardón implica un claro retroceso en la garantía que el Estado debe ofrecer a los derechos fundamentales de las personas, y en este caso el derecho a la autonomía personal y a la capacidad de actuar de acuerdo con la conciencia en aquellos temas que afectan directamente a la dignidad de cada persona.
Este proyecto de ley pone de manifiesto cómo el fundamentalismo católico, insignificante en Cataluña y minoritario en todo el Estado español, está infiltrado en el gobierno del PP e impone modelos morales impropios de sociedades maduras, y atenta contra el respeto más básico a la libertad de las personas, la libre conciencia y la responsabilidad individual.El derecho a la vida, y a una vida digna, es, ciertamente, el derecho que exige la defensa más alta, y por tanto el nonato goza de derechos por los que la sociedad debe velar. Pero también es cierto que estos derechos se deben modular, respecto de los de la madre, en función de la etapa de gestación en que se encuentra la nueva vida engendrada. La comunidad científica ha de determinar estas fases y el derecho y las leyes deben adaptar la defensa de esta vida, cuando entra en colisión con los derechos de la madre, a cada uno de estos momentos.
Entendemos que es inmoral y de una gran hipocresía y perversidad prohibir el aborto en casos de malformaciones del feto o de enfermedades que pueden provocar una discapacidad grave. Especialmente en estos casos, la decisión de la madre cobra mayor relieve, porque a ella y a su pareja, en su caso, les corresponderá cuidar de esta persona con todas sus limitaciones y dependencias.
Además, la sociedad debe garantizar que esta familia dispondrá de todas las ayudas sociales necesarias para poder ofrecer la máxima plenitud posible a este hijo discapacitado, y también a sus cuidadores, con el  fin de que el hecho de tener cuidado del hijo no implique su ruina material, profesional y humana.En este caso, como en tantos otros, el fundamentalismo político, ideológico y religioso hacen un uso hipócrita de lo que dicen querer defender, en este caso la vida -y por tanto los más vulnerables de la sociedad.
El derecho a la vida es el primer derecho, pero no sólo del nonato, también, y principalmente, de las personas que sufren desahucios, pobreza, desempleo, explotación laboral y de otros tipos, injusticias, violencia de cualquier tipo y especialmente de género, etc. La defensa y la promoción del derecho a la vida, y a una vida digna, debe ser uno de los objetivos principales de todo Estado y de toda sociedad, pero lamentablemente, aquí no hemos sabido encontrar ni a los gobernantes, ni a la jerarquía religiosa, ni a los grupos fundamentalistas.En último término, pero no menos importante, está el hecho de que la tarea  para disminuir el número de abortos pasa inexorablemente por ayudar a las personas a formarse como seres humanos responsables y sensibles, por políticas educativas que trabajen, no sólo la genitalidad de la sexualidad, sino también todo el entorno afectivo-sexual, la responsabilidad y el respeto al propio cuerpo y al de la otra persona y a la libertad propia y de los demás. Políticas activas de prevención del embarazo no deseado y enfermedades de TS, etc.
Estas líneas de trabajo son incompatibles con la visión punitiva, paternalista, represiva y de cultura del pecado que promueven estos sectores fundamentalistas y ciertos, amplios, sectores de la jerarquía eclesiástica.Finalmente dos constataciones:
1. – Ninguno de los obispos de España ni Cataluña está preparado, hoy por hoy, para poner en marcha la nueva línea eclesial del papa Francisco, que recientemente manifestó “No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, el matrimonio homosexual o el uso de anticonceptivos. Es imposible….”
2. – La jerarquía española no puede, y seguramente no quiere, olvidar sus raíces nacional-católicas que la llevan a aferrarse a influir políticamente en aquellos temas estrella que le garantizan mantener un cierto poder sobre la sociedad y sus privilegios materiales, como son: la moral, la enseñanza, el adoctrinamiento y el modelo de familia.Barcelona, 2 de enero de 2014Església Plural

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