martes, 28 de junio de 2011

Sueños de Dios

1 comentario:

  1. Algunos de los efectos más inmediatos del neoliberalismo y de su praxis globalizadora.

    - De 1962 a 1992 la producción mundial se triplicó, aumentando el consumo en los sectores pudientes del mundo desarrollado y disminuyendo en los sectores más pobres, lo que traducido a cifras equivale a decir que el 20% más rico de la población mundial consume más del 80% del producto bruto mundial (también en gastos de energía, educación, salud, etc.), mientras que el 20% más pobre apenas alcanza a consumir el 1.5%.

    - Los datos del Informe sobre el desarrollo humano 1998 de las Naciones Unidas nos aterrorizan al hablar de la concentración de la riqueza mundial en manos de un puñado de ricos: las 225 personas más ricas del mundo acumulan una riqueza superior a un billón de dólares, igual al ingreso anual del 47% más pobre de la población mundial, es decir, de 2.500 millones de pobres.

    - Este mismo informe incluye también un índice específico de pobreza para los países desarrollados que da mucho que pensar. En 1960, el 20% de la población mundial que vivía en los países más ricos tenía 30 veces el ingreso del 20% más pobre. En 1985, esa relación era de 82 veces.

    - Incluso en América del Norte, el país de la prosperidad, están sucediendo cosas horribles, pues no todos prosperan en él: en 1969, el 20% de los hogares norteamericanos más ricos tenía siete veces más renta que el 20% más pobre. En 1992 esa relación era ya de 11 veces y ha seguido creciendo. Esto equivale a decir que, incluso dentro de los países más desarrollados, los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres. Ha aumentado la riqueza y, con ella, la desigualdad y la pobreza3.

    - Pero no queda ahí la cosa. Ha surgido además una porción reducida de la población (¿un 5%? ¿un 10%?) que ha perdido todo contacto con la esfera de la ciudadanía. Es lo que denominamos lumpen, los no ciudadanos, que no constituyen una clase social para sí, y que no tienen contacto alguno con el mundo oficial. Para esos no ciudadanos no existe una explicación unificada ni unificante de sus sufrimientos. Los realmente desfavorecidos por la globalización -y quienes temen perder su condición- no representan una fuerza productiva, ni siquiera un grupo social con el que se deba ajustar cuentas. Los ricos se hacen más ricos sin ellos, los gobiernos pueden ser reelegidos sin sus votos, y el PNB seguirá creciendo indefinidamente sin su participación. De la explotación a la exclusión: eso es lo que Viviane Forrester llama el horror económico4.

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