UNA SOCIEDAD SIN
PIEDAD
Mientras empezamos a trazar la historia
de los valores de nuestro mundo, debemos, primero que nada, analizar cómo es que
los antiguos - de quienes heredamos muchas de nuestras ideas - se relacionaban
con los valores que apreciamos hoy en día. ¿Acaso ellos los consideraban
esenciales para la formación de un mundo ideal? o ¿Era su visión
considerablemente diferente que la nuestra?
De todos los principios que tal vez
podamos nombrar, el derecho básico a la vida parece certeramente el más
fundamental. Todos queremos vivir sin miedo de ser arbitrariamente privados de
la vida. Todos queremos vivir con una cierta cantidad mínima de dignidad
humana. Todos queremos una cierta protección en la ley en contra de la opresión
de tiranos que tal vez consideren ciertos segmentos de la sociedad innecesarios,
porque son demasiado débiles o pobres como para protegerse a si
mismos.
Cuan obvio e importante es este
concepto para nosotros el día de hoy! Pero no era tan obvio o importante en el
mundo de la antigüedad.
Para empezar, los Griegos y los Romanos
- al igual que toda cultura antigua que conocemos - practicaban
infanticidio.
Al decir infanticidio me refiero a la
matanza de niños recién nacidos como control de población, selección de sexo
(generalmente los niños eran deseados y las niña no deseadas), y como un medio
de privar a la sociedad de miembros que potencialmente podrían molestar en un
futuro o de miembros deformes.
Un bebé que parecía débil o enfermo en
el momento del nacimiento, o tenía un defecto mínimo de nacimiento, como paladar
hundido, pie plano, o estaba de alguna forma imperfecto, era matado. Eso era
hecho por una escuadra estilo Nazi de remover bebes. Esto era hecho por un
miembro inmediato de la familia, generalmente la madre o el padre y generalmente
dentro de los primeros tres días de nacimiento.
El método de "desecho" variaba, pero
generalmente sabemos que en la antigüedad, los bebes eran llevados al bosque y
se los dejaba que murieran, o eran tirados a pozos.
El horror de un padre que es capaz de
matar a su hijo es suficientemente traumático. Pero el hecho de que no les
importaba el niño, a tal punto de tirarlo sin piedad a un lugar donde moriría
lentamente y dolorosamente, o sería recogido por alguien para ser involucrado en
esclavitud o prostitución (como algunas veces pasaba) sugiere un nivel de
crueldad más allá de nuestra moderna imaginación.
Lloyd DeMause en su ensayo "La
evolución de la niñez" (p 25-26) reporta:
"Generalmente, al infanticidio
durante la antigüedad no se le daba importancia, a pesar de que las citas de
referencias de escritores antiguos dicen que era una hecho de la vida diaria
aceptado. Los niños eran aventados a ríos, arrojados a montañas de
fertilizante, puestos en jarras hasta matarlos de hambre y expuestos en las
montañas y banquetas como "presa para los pájaros, comida para que las bestias
salvajes colecten".
Evidencias de estas prácticas han sido
encontradas en varias excavaciones arqueológicas. En la Agora Atheniense, se
descubrió un pozo que contenía los restos de 175 bebés tirados ahí para ser
ahogados.
Y no asumamos que era la práctica de
los pobres e ignorantes, sino que uno de los pensadores más influyentes en la
historia intelectual occidental - nada más y nada menos que Aristóteles -
discutió sobre este punto en su política diciendo que matar a niños era esencial
para el funcionamiento de la sociedad. El escribió:
"Debe haber una ley que dictamine
que ningún niño imperfecto o defectuoso debe ser criado. Y para evitar excesos
en la población, algunos niños deberán ser expuestos. Ya que un límite debe ser
puesto para la población del estado.".
Nota el tono de esta
aseveración. Aristóteles no está diciendo "Me gusta matar bebés", sino que está
haciendo un cálculo frío y racional: superpoblación es peligroso, y esta es la
manera más adecuada de mantenerla bajo control.
Cuatrocientos años después de
Aristóteles, la práctica de matar bebés fue una práctica firmemente realizada en
el Imperio Romano. Este es un extracto de la famosa y muy citada carta que un
ciudadano Romano llamado Hilarion le mandó a su esposa embarazada, Alis, citada
el 17 de junio, Circa 1EC:
" Que sepas que estoy todavía en
Alexandría. Y no te preocupes si todos regresan y yo permanezco en
Alexandría. Yo te pido y te ruego que cuides bien a nuestro bebe (masculino), y
en cuanto reciba mi pago te lo mandaré. Si das a luz a un bebe (antes de que
llegue a casa) si es hombre quédatelo, si es una mujer deshácete de ella".
Hilarion, como vemos, estaba muy
preocupado por su hijo, su heredero. De hecho, una familia típica Romana podía
estar constituida de dos o tres hijos para asegurar continuidad si un hijo
muriera - pero raramente había más de una mujer, quien era considerada como una
responsabilidad molesta.
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