viernes, 7 de febrero de 2014

"Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, tienen prioridad sobre la necesidad de una distribución equitativa de la riqueza". (Papa Francisco).

Esta ha sido la noticia en los medios de comunicación: " Según han informado a Efe fuentes de la Delegación del Gobierno, el asalto se ha producido a las 07.00 horas, cuando los inmigrantes llegaron desde los montes cercanos a Ceuta y asaltaron a la carrera el paso fronterizo.
Al menos nueve subsaharianos han muerto este jueves en el más trágico desde que se producen estas avalanchas, y que han protagonizado, por tierra y por mar, unos 400 inmigrantes, que fueron repelidos por las fuerzas marroquíes que custodian el paso".
El asalto masivo a la frontera es una táctica que vienen utilizando los inmigrantes subsaharianos desde hace más de dos años ante la dificultad de acceder por los 8,2 kilómetros de perímetro fronterizo terrestre como consecuencia de la vigilancia y la doble valla situada a más de seis metros de altura.

¿Por qué ocurren estos hechos?.
 El motivo lo encontramos en la desesperación por acceder al territorio español después de muchos años de camino así como las malas condiciones de vida en los bosques de Marruecos próximos a la frontera con Ceuta empujan a los inmigrantes a realizar los asaltos masivos a las vallas o a las fronteras de Ceuta y Melilla.
Estos inmigrantes que protagonizan los asaltos masivos suelen esconderse en las zonas de bosques situados junto a la frontera de Ceuta para evitar ser vistos por la Gendarmería marroquí y, por consiguiente, ser expulsados de ese lugar.
En los montes, según han informado a Efe fuentes de organizaciones no gubernamentales, tienen que malvivir debido a la falta de alimentos así como de líquidos.
Por este motivo, por las mañanas suelen dejarse ver por la población cercana de Castillejos o Fnideq -distante unos siete kilómetros de la frontera ceutí- para ejercer la mendicidad o pedir alimentos a los marroquíes que habitan en esta localidad.
Luego regresan rápidamente a los bosques para no ser detenidos y expulsados hacia el interior del país, según aseguran las mismas fuentes.
La desesperación por alcanzar el territorio nacional les mueve a realizar estos asaltos, también "empujados" por las mafias que trafican con seres humanos.
Fuentes policiales españolas han dicho a Efe que hay casos de inmigrantes que llegan a pagar hasta 3.000 euros por entrar en Ceuta ocultos en el interior de un vehículo, sin miedo a arriesgar sus vidas.
En los asaltos masivos también ponen en juego su vida, bien intentando lanzarse al mar para entrar a nado o bien en aglomeraciones que pueden producir su fallecimiento.

¿Quiénes son los responsables ?.
Reducir la responsabilidad a los hechos finales es una simpleza a todas luces manipulada por los medios de comunicación y las organizaciones proclives a criticar a los encargados de mantener el orden social.
En distintas ocasiones el Papa Francisco ha resaltado los beneficios de compartir la riqueza con los pobres y advirtió que las condiciones sociales "injustas" como el desempleo pueden llevar al pecado, la ruina económica e incluso el suicidio.
El Papa Francisco señalaba en otra ocasión, "por lo tanto, nuestras conciencias tienen que convertirse a la justicia, la igualdad, la sencillez y la voluntad de compartir"...
"¡Cuántas personas ya no ven sentido en la vida ni perspectivas para el futuro, cuántos han perdido la esperanza! ¡Y cuántas están sumergidas en esta miseria por las condiciones sociales injustas, por el desempleo, que les priva de su dignidad como fuente de ingresos de la familia, y por la falta de igualdad en el acceso a la educación y a la atención sanitaria".
El papa Francisco en varias ocasiones ya ha mostrado su actitud negativa frente a los excesos del capitalismo y la injusta distribución de los ingresos en un mundo globalizado, y su mensaje más reciente se hizo eco de esas preocupaciones.
Muy difícil sería no considerar duras, durísimas las palabras que escribió el Papa Francisco el pasado 24 de noviembre 2013, en su exhortación apostólica titulada Evangelli Gaudium (La alegría de la fe), sobre el modo de producción capitalista en el que vivimos. Dijo el Papa: “Así como el mandamiento de ‘no matarás’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad” y, añadió, “esa economía mata”.  
Llama, pues, poderosamente la atención la rigurosidad con la que  compara a la economía capitalista con el asesinato de seres humanos, no es cualquier cosa. Pero no fue todo, el Papa también dijo que “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo”. Y así es, los problemas de todo el mundo tienen su raíz última en esa espantosa miseria que padecen cientos de millones de seres humanos, mientras unos cuantos potentados gozan y dilapidan todo lo que se les viene a la mente. Y, puesto que las palabras del Papa, no tienen desperdicio, me permito citar otras muy elocuentes y precisas:
 “El sistema económico actual es ‘injusto desde la raíz’, porque en la economía predomina ‘la ley del más fuerte’; y, refiriéndose a los beneficiarios del sistema, añadió: “todavía defienden las teorías del ‘derrame’, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra por sí mismo mayor equidad e inclusión social. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando”. Se trata, pues, de una condena total y exacta.
Hace unos días en un mensaje corto de la Cuaresma, indicaba el Papa  "Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, tienen prioridad sobre la necesidad de una distribución equitativa de la riqueza".
¿Hay que pedir responsabilidades?. Claro que hay que pedirlas a quien corresponda y no hacer juicios puntuales y simples de lo que ocurre en nuestra sociedad, quedándose en las consecuencias de los acontecimientos y no yendo a la causa y raíz de dichos acontecimientos.

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