Por último, la llamada a «golpear a los coptos»: «localizarlos, seguirlos y matarlos, es uno de los mejores maneras» para vengarse «de nuestros rehenes». El mensaje se refiere probablemente a los aproximadamente 15 mil miembros de los Hermanos Musulmanes encarcelados por el Gobierno de Al Sisi bajo acusaciones de terrorismo.
Las amenazas se han hecho más concretas esta mañana, después de que el grupo jihadista Ansar Beït al-Maqdis ha jurado «fidelidad» al Estado islámico, prometiendo «escuchar y obedecer al califa». Según lo informado por Le Monde, el Grupo de los «partisanos de Jerusalén» se ha atribuido la responsabilidad de la mayor parte de los atentados perpetrados en el Sinaí cuando Al Sisi tomó el poder en Egipto, derrocando el Presidente de los Hermanos Musulmanes Mohamed Morsi.
En un año cientos de agentes de seguridad han sido asesinados y los ataques se han intensificado en las últimas semanas. También por esto, el Presidente egipcio ha impuesto un toque de queda nocturno de tres meses y anunció la creación de una zona de amortiguamiento de ocho kilómetros entre las fronteras egipcias del Sinaí y la Franja de Gaza. Ya 1500 familias fueron evacuadas y 800 viviendas derruidas.
Los tentáculos del califato se están prolongando también hacia Pakistán. El sábado el periódico The Dawn reveló los contenidos de un informe secreto enviado el 31 de octubre al gobierno central del Beluchistán, en la frontera con Afganistán con alto riesgo de terrorismo. Según el documento, el Estado islámico ya habría contratado 12 mil hombres en dos distritos de la provincia y estaría proyectando atentados contra los palacios gubernamentales y la comunidad chiíta.
Esta no es la única mala noticia para el Pakistán: en octubre seis capitanes del grupo terrorista Tehrik-i-Taliban Pakistán han jurado fidelidad al Estado Islámico. El experto en seguridad Ejaz Hussain declaró a propósito de la estrategia del califa Al Baghdadi: «quiere expandirse en Pakistán y Afganistán, sobre todo ahora que los Estados Unidos están retirando sus tropas».
Las amenazas se han hecho más concretas esta mañana, después de que el grupo jihadista Ansar Beït al-Maqdis ha jurado «fidelidad» al Estado islámico, prometiendo «escuchar y obedecer al califa». Según lo informado por Le Monde, el Grupo de los «partisanos de Jerusalén» se ha atribuido la responsabilidad de la mayor parte de los atentados perpetrados en el Sinaí cuando Al Sisi tomó el poder en Egipto, derrocando el Presidente de los Hermanos Musulmanes Mohamed Morsi.
En un año cientos de agentes de seguridad han sido asesinados y los ataques se han intensificado en las últimas semanas. También por esto, el Presidente egipcio ha impuesto un toque de queda nocturno de tres meses y anunció la creación de una zona de amortiguamiento de ocho kilómetros entre las fronteras egipcias del Sinaí y la Franja de Gaza. Ya 1500 familias fueron evacuadas y 800 viviendas derruidas.
Los tentáculos del califato se están prolongando también hacia Pakistán. El sábado el periódico The Dawn reveló los contenidos de un informe secreto enviado el 31 de octubre al gobierno central del Beluchistán, en la frontera con Afganistán con alto riesgo de terrorismo. Según el documento, el Estado islámico ya habría contratado 12 mil hombres en dos distritos de la provincia y estaría proyectando atentados contra los palacios gubernamentales y la comunidad chiíta.
Esta no es la única mala noticia para el Pakistán: en octubre seis capitanes del grupo terrorista Tehrik-i-Taliban Pakistán han jurado fidelidad al Estado Islámico. El experto en seguridad Ejaz Hussain declaró a propósito de la estrategia del califa Al Baghdadi: «quiere expandirse en Pakistán y Afganistán, sobre todo ahora que los Estados Unidos están retirando sus tropas».
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