domingo, 24 de enero de 2016

LOS REFUGIADOS: UNA HISTORIA DE SUFRIMIENTO Y DE ESPERANZA




La experiencia de ser refugiado o refugiada es una de las más significativas en la historia de la humanidad. Por lo general, cada país, cada pueblo, ha sido refugiado y ha recibido refugiados. La dialéctica de ambas situaciones ha moldeado la historia y ha marcado la identidad de las naciones y de vuestro cultura, de vuestro memoria histórica, de vuestro ser colectivo, de vuestro religión.
Nuestra tradición cristiana.
En la Biblia se registran estas experiencias en diversos momentos, en diversos libros. La Biblia narra la historia de un pueblo que camina hacia vuestro liberación. Y en este caminar conoce la experiencia del destierro, de la persecución política, del cautiverio, de buscar y encontrar refugio.
He seleccionado tres situaciones para ilustrar este punto.
La primera la encontramos en Deuteronomio 10, versículos del 16 al l9. Y es un mandato de Yahvé a partir de la experiencia del éxodo y de caminar por el desierto hacia la tierra prometida. Es un mandato categórico trasmitido por Moisés. Se pretende evitar la creación de una sociedad basada en la explotación. Y dice lo siguiente:
"Poned en vuestro corazón la marca del pacto... porque el Señor vuestro Dios es el dios de dioses y el Señor de señores... que ama y da alimento y vestido al extranjero que vive entre vosotros. Vosotros, pues, amen al extranjero, porque también vosotros fueron extranjeros en Egipto.
" Dios nos manda amar, alimentar y vestir al extranjero, al refugiado. Amar, alimentar y vestir. El mandato es muy claro.
La segunda lectura trata sobre la situación de los refugiados, se encuentra en el salmo 137, que lleva el titulo de Junto a los ríos de Babilonia. Los refugiados vivían en Babilonia añorando, soñando, pensando en Israel. Si uno ha sido refugiado este poema le toca fuertemente. Es un poema esplendido. Dice lo siguiente:
"Sentados junto a los ríos de Babilonia
 llorábamos al acordarnos de Sion. En los álamos que hay en la ciudad colgábamos nuestras arpas. Allí, los que nos habían llevado cautivos
 los que todo nos lo habían arrebatado.
 Nos pedían que cantáramos con alegría
 ¡que les cantáramos canciones de Sion!
¿Cantar nosotros canciones del Señor en tierra extraña?
¡Si llego a olvidarte Jerusalén, que se me seque la mano derecha!
 ¡Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no te pongo, Jerusalén, por encima de mi propia alegría!
 ¡Tu, Babilonia, serás destruida! ¡Feliz el que te de tu merecido por lo que nos hiciste!"
En tercer lugar, deseo compartirles la experiencia de Jesús de Nazaret.
Una experiencia de persecución. Jesús fue un refugiado cuando era niño. Pienso que esto le ayudo a ser
Jesús. Junto con sus padres vivió la experiencia de ser refugiado en Egipto. Me permito citar a Mateo, capitulo 2, versículos del 13 al 15: Cuando ya los sabios se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José, y le dijo\": Levántate, toma al niño y a vuestro madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.\"José se levanto, tomo al niño y a vuestro madre, y salió con ellos de noche camino de Egipto. Nuestra identidad - Esta es nuestra tradición cristiana, nuestras fuentes. Y esta muy vinculada a nuestra historia como pueblo. El Salvador desde vuestros raíces es un pueblo de refugiados. Es parte de nuestra identidad como pueblo. Lo somos desde nuestros orígenes indígenas.
En un poema de Pedro Geoffroy Rivas, titulado Cuenta de la peregrinación, dice así:
 Anduvimos errantes
 años, años, anduvimos errantes
 la ventisca el granito los violentos vendavales
las grandes bestias devoradoras
nada pudo detener nuestros pasos
cruzamos ríos montes
 abismos de terror
cumbres a las que nadie se atreviera antes
 pavorosos desiertos nada pudo detener nuestros pasos
 en tierra, arena roca dejamos hondas huellas junto al mar caminamos
sobre las altas sierras
de día caminamos de noche
sin detenernos
 caminamos naciendo y caminando
 soñando y caminando
 pariendo y caminando
caminamos cantando y caminando
 nada pudo detener nuestros pasos
 con nuestra casa a cuestas enterrando fechas
 estableciendo muertos
 caminando con el sol en los ojos
 con el sol a la espalda
sudorosos
 hambrientos
caminando
 llenos de sueño
 heridos por la sed
 sin luna tropezando duros de frío
 caminando
de grito en grito estableciendo el rumbo
 caminando
dolor afuera
 caminando
directos al destino
 caminando
creciendo en esperanza
caminando años, años, años caminando,
caminando, caminando.

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