(InfoCatólica) «Miles de personas se han sumado a las Marchas de la Dignidad o del 22m, convocadas por una sopa de letras de organizaciones sindicales y partidos de izquierda, a la que se adhieren algunas Plataformas de Afectados por la Hipoteca, asambleas de indignados del 15m y otras de signo muy diverso. Lo que muchos no saben es que, dentro del pack de reivindicaciones «loables y justas», se han introducido la cultura de la muerte y la ideología de género.
Pan, trabajo y techo para todas y todos» es el lema que miles de personas han hecho suyo, y con el que se han convocado las Marchas de la Dignidad que, hace semanas partieron de diferentes puntos de España, hasta confluir en Madrid, donde muchos pretenden quedarse al menos hasta el martes 25 de marzo en diversos «talleres de trabajo».
Es el 22m, así conocido porque llega a la capital el sábado 22 de marzo. Según la Delegación del Gobierno en Madrid, hay convocadas 35 manifestaciones que se unen a esta marcha, en la que confluyen seis «columnas», que suman expediciones, muchas de ellas a pie, desde decenas de puntos de España, y centenares de autobuses.
La lucha por un empleo y vivienda dignos, los derechos ciudadanos, y el rechazo al pago de la deuda, a los recortes y al sometimiento a los designios de la Troika, son ideas detrás de una convocatoria a la que se apuntan más de 150 movimientos sociales, partidos, sindicatos… y muchas personas de buena voluntad.
Sin embargo, de lo que quizás algunas no se hayan dado cuenta es de que también están defendiendo el aborto: «Decimos no a un sistema patriarcal que nos arrastra a épocas del pasado, quitándonos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, negándonos la capacidad para decidir sobre si queremos o no ser madres, provocando la vuelta a los hogares para dedicarnos a la crianza», reza el manifiesto de convocatoria del 22m.
Leer esto a última hora en la «letra pequeña» ha hecho que más de un cristiano, con billete de autobús o tren ya comprado para acudir a Madrid, decidiera quedarse en su casa y fuera de este «consenso».
Pero lo que el manifiesto del 22m describe es, ante todo, la escasa talla intelectual y falta de imaginación de sus redactores. Se trata de un discurso trillado y sin fuerza, en el que van amontonando elementos que, lejos de sumar adhesiones, restan. Y sobre todo, deja claro que su forma de oponerse al «pensamiento único» es con un nuevo pensamiento único alternativo. Tan dañino o más que el que dice combatir. Ya que se basa en un consenso, resultante de sumar una serie de presupuestos ideológicos dogmáticos, que o los tomas todos como vienen o te quedas fuera. De este modo, para estar en «su fiesta» pretenden obligar a los cristianos con voluntad de mejorar la sociedad a dejar de serlo, o a comulgar con ruedas de molino.
Pan, trabajo y techo para todas y todos» es el lema que miles de personas han hecho suyo, y con el que se han convocado las Marchas de la Dignidad que, hace semanas partieron de diferentes puntos de España, hasta confluir en Madrid, donde muchos pretenden quedarse al menos hasta el martes 25 de marzo en diversos «talleres de trabajo».
Es el 22m, así conocido porque llega a la capital el sábado 22 de marzo. Según la Delegación del Gobierno en Madrid, hay convocadas 35 manifestaciones que se unen a esta marcha, en la que confluyen seis «columnas», que suman expediciones, muchas de ellas a pie, desde decenas de puntos de España, y centenares de autobuses.
La lucha por un empleo y vivienda dignos, los derechos ciudadanos, y el rechazo al pago de la deuda, a los recortes y al sometimiento a los designios de la Troika, son ideas detrás de una convocatoria a la que se apuntan más de 150 movimientos sociales, partidos, sindicatos… y muchas personas de buena voluntad.
Sin embargo, de lo que quizás algunas no se hayan dado cuenta es de que también están defendiendo el aborto: «Decimos no a un sistema patriarcal que nos arrastra a épocas del pasado, quitándonos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, negándonos la capacidad para decidir sobre si queremos o no ser madres, provocando la vuelta a los hogares para dedicarnos a la crianza», reza el manifiesto de convocatoria del 22m.
Leer esto a última hora en la «letra pequeña» ha hecho que más de un cristiano, con billete de autobús o tren ya comprado para acudir a Madrid, decidiera quedarse en su casa y fuera de este «consenso».
Pero lo que el manifiesto del 22m describe es, ante todo, la escasa talla intelectual y falta de imaginación de sus redactores. Se trata de un discurso trillado y sin fuerza, en el que van amontonando elementos que, lejos de sumar adhesiones, restan. Y sobre todo, deja claro que su forma de oponerse al «pensamiento único» es con un nuevo pensamiento único alternativo. Tan dañino o más que el que dice combatir. Ya que se basa en un consenso, resultante de sumar una serie de presupuestos ideológicos dogmáticos, que o los tomas todos como vienen o te quedas fuera. De este modo, para estar en «su fiesta» pretenden obligar a los cristianos con voluntad de mejorar la sociedad a dejar de serlo, o a comulgar con ruedas de molino.
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